jueves, 30 de mayo de 2013

Testimonios de la 2ª Guerra Mundial (36)


"Psicológicamente me cuesta mucho trabajo soportar que, después de haber estado charlando amigablemente con un compañero, al cabo de media hora te lo encuentres convertido en poco más que un montón de trozos de carne, como si nunca hubiera existido, o que unos camaradas, que yacen malheridos ante tus ojos, en medio de un charco de su propia sangre, te imploren con ojos suplicantes que los ayudes, pues en la mayoría de los casos ya no pueden articular palabra, o el dolor les anula la capacidad de hablar. Es terrible...esta guerra es una guerra de nervios nefasta." 

Soldado alemán destacado en el Frente Oriental (junio 1944) en una carta dirigida a su familia


Fuentes:
"La Segunda Guerra Mundial" de Antony Beevor

miércoles, 29 de mayo de 2013

Citas Célebres de la 2ª Guerra Mundial (62)

"Dios os bendiga a todos. Esta es vuestra victoria. Es la victoria de la causa de la libertad en toda la tierra. A lo largo de nuestra extensa historia jamás hemos presenciado un día más grande que éste." 

Winston Churchill - Dirigiéndose al pueblo británico desde el balcón del Ministerio de Sanidad (Londres) el 8 de mayo de 1945, tras la rendición alemana y el final de la guerra en Europa

martes, 28 de mayo de 2013

La Lucha en el 'Bocage' Normando


Tras consolidar, no sin dificultades, las cabezas de desembarco en las playas de Normandía, los aliados tuvieron enormes problemas para avanzar hacia el interior del país galo. Mientras los británicos, enfrentados al grueso de las divisiones panzer alemanas destacadas en la zona, se veían incapaces de tomar Caen ante la durísima y bien organizada defensa enemiga, un poco más al oeste, el I Ejército Americano del general Omar Bradley quedó atascado en los sangrientos combates en los que se había visto envuelto en los pantanos al sur de la península de Cotentin y el "bocage", en la zona rural al norte de Saint-Lô.


Los alemanes describían los combates en el "bocage", un paisaje compuesto de pequeñas parcelas irregulares (tierras de cultivo y prados), separadas entre sí por setos vivos, muretes y terraplenes, y por árboles que a menudo bordean los caminos, como un "Schmutziger Buschkrieg", es decir, una "guerra sucia entre los arbustos", pero sabían que ellos, como defensores, tenían mayor ventaja sobre los aliados. Los americanos no estaban preparados para la espesura del "bocage", para la altura de los árboles, los setos y los duros y elevados terraplenes en los que crecían. Durante los entrenamientos habían supuesto que los setos eran como los del sur de Inglaterra, pero nada más lejos de la realidad.


Los soldados estadounidenses, en especial los reemplazos recién llegados, se sentían desorientados y sobrecogidos por la imposibilidad de avistar al enemigo cuando avanzaban por los pequeños campos cercados y por los caminos y senderos rodeados de esa espesa vegetación. El pánico pronto se desató entre los combatientes aliados, que parecieron olvidar las enseñanzas básicas de todo entrenamiento de infantería. Su instinto, cuando se veían acosados por la artillería o el fuego de mortero alemán, era tirarse al suelo o retroceder en busca de algún refugio, en lugar de avanzar y cargar contra el enemigo, una actitud que resultaba mucho más peligrosa, en contra de lo que pudiera parecer  a priori.


El disparo de un único fusilero desde lo alto de un árbol daba lugar con demasiada frecuencia a que los hombres de toda una unidad se echaran cuerpo a tierra, donde ofrecían un blanco mucho más fácil. De hecho, los alemanes provocaban muchas veces esta situación deliberadamente, para disparar a renglón seguido una densa cortina de fuego de mortero, explotando las bombas en el aire mientras los soldados americanos estaban tendidos en el suelo, indefensos y con todo el cuerpo expuesto. "Seguid andando si queréis seguir con vida" fue el eslogan adoptado por el cuartel general del I Ejército Americano de Bradley como instrucción para todo el mundo. Se hicieron advertencias a los oficiales y suboficiales para que no se echaran cuerpo a tierra, ya que el resto de los hombres bajo su mando seguiría su ejemplo. Dado que una actitud agresiva daba lugar a que se produjeran menos bajas se hizo hincapié en la importancia del "fuego en marcha", que consistía en disparar constantemente (a costa de un enorme gasto de munición), a medida que avanzaba la infantería, contra todo lo que pudiera ser una posición enemiga, sin esperar a tener un objetivo identificado.


Igualmente se aconsejó a los soldados que, si caían heridos por un francotirador, permanecieran inmóviles y  en silencio, ya que probablemente el tirador alemán no malgastaría otra bala en un posible cadáver, pero por contra si que volvería a disparar contra el herido, si este se movía tratando de guarecerse, o contra cualquier compañero que acudiera a socorrerle. De hecho, a los sanitarios que acudían a auxiliar a los heridos les disparaban deliberada y sistemáticamente. Los francotiradores alemanes escondidos en los árboles a menudo se ataban al tronco para no caer en caso de resultar heridos; otro escondite favorito en campo abierto eran los almiares, pero esta práctica se desechó enseguida, cuando los soldados estadounidenses aprendieron a disparar balas trazadoras con las que prendían fuego a la paja, para luego coser a tiros al tirador cuando trataba de escapar de las llamas.


Utilizando las lecciones aprendidas en el frente oriental, los alemanes lograron compensar su inferioridad numérica en materia de hombres, artillería y sobre todo, aviones, minimizando sus pérdidas en defensa. Para su primera línea de defensa, excavaban pequeños refugios en la base elevada de los impenetrables setos del "bocage" - tarea dura y laboriosa habida cuenta de lo intrincado de las viejas raíces - para construir en ellos nidos de ametralladoras. Varios cientos de metros más atrás estaba preparada una línea de posiciones bastante más sólidas. Luego existía una tercera línea todavía más atrasada, que disponía de tropas suficientes para llevar a cabo un rápido contraataque. Detrás de ellas, habitualmente en terreno elevado, solía colocarse un cañón antitanque de 88 mm, capaz de dejar fuera de combate a cualquier blindado enemigo que apareciera en apoyo de la infantería.


Los soldados aliados descubrieron que los alemanes eran muy buenos en las técnicas de camuflaje y ocultación. Cortaban ramas frescas para camuflar meticulosamente los cañones y los vehículos blindados y ocultarlos de la vista de la aviación aliada, lo que suponía que la ayuda que pudieran prestar los cazabombarderos enemigos era relativamente escasa. Sus soldados estaban acostumbrados a disimular las huellas de los blindados, e incluso intentaban levantar de nuevo la hierba o el grano que habían aplastado a su paso. Además, la infantería alemana no se limitaba a cavar pequeñas trincheras. Se enterraban "como si fueran topos", cubriéndose la cabeza contra las andanadas de la artillería y abriendo túneles bajo los setos. La pequeña abertura en el terreno que dejaban les proporcionaba el hueco ideal desde el que cortar el avance de una unidad aliada con las ráfagas de una ametralladora MG-42.


Los alemanes sabían muy bien que el mejor momento para pillar desprevenidas a las tropas aliadas era justo después de que éstas hubieran tomado una posición. Habitualmente se infligían en ese momento más bajas que durante el ataque original. Los soldados aliados eran muy lentos a la hora de abrir nuevas trincheras y a menudo se limitaban a utilizar los hoyos y las zanjas cavadas por los alemanes. En muchos casos estas posiciones estaban provistas de trampas explosivas, pero además, siempre podían estar localizadas de antemano como objetivo por los batallones de apoyo de la artillería alemana, dispuestos a abrir fuego sobre ellas en cuanto sus hombres se retiraran. Una y otra vez, las tropas aliadas fueron pilladas desprevenidas. Agotados por el ataque y ufanos por el éxito obtenido, los soldados no encontraban demasiado atractiva la idea de ponerse a cavar frenéticamente nuevas trincheras. A la infantería americana les costó mucho tiempo y muchas muertes innecesarias aprender a seguir la máxima de la Wehrmacht según la la cual "el sudor ahorra mucha sangre".


Combatiendo contra el Ejército Rojo los veteranos del frente oriental habían aprendido todas las triquiñuelas imaginables. Colocaban minas en el fondo de los cráteres abiertos por las bombas delante de sus posiciones para matar o herir gravemente a cualquier soldado atacante que se lanzara a ellos buscando refugio ante el fuego de ametralladoras o de mortero. Si abandonaban una posición, no sólo preparaban trampas explosivas en sus refugios subterráneos, sino que dejaban también una caja de granadas, varias de las cuales habían sido manipuladas para reducir el tiempo de demora a cero. También eran expertos en esconder en las cunetas minas de fragmentación, llamadas por los norteamericanos Bouncing Betty o "minas castradoras" (en la imagen superior) porque, al activarse, se elevaban hasta la altura de la entrepierna antes de estallar.


Los tripulantes de sus tanques y los artilleros de los cañones de campaña se hicieron expertos en disparar las llamadas "salvas de árbol", lo que significaba disparar contra las copas de los árboles, para que al explotar el proyectil, produjeran astillas capaces de herir a cualquiera que estuviera cerca. También tendían cables bien tirantes a la altura del cuello en los caminos usados por los jeeps aliados con el fin de decapitar a los conductores distraídos que pasaban por allí. Los americanos enseguida se acostumbraron a soldar una barra en forma de "L" invertida en la parte delantera de los vehículos descubiertos con el fin de enganchar y cortar dichos cables (fotografía sobre este párrafo).


Otra treta que utilizaban los alemanes cuando los americanos lanzaban una ofensiva por la noche consistía en disparar con una ametralladora balas trazadoras por encima de las cabezas de sus atacantes. De ese modo conseguían que los soldados aliados siguieran avanzando erguidos, para luego abrir fuego a menor altura con munición normal. A menudo, aparecía un sólo alemán con las manos en alto como si quisiera rendirse y cuando los americanos se acercaban con la intención de hacerlo prisionero, se echaba a un lado y las ametralladoras escondidas acribillaban a los desprevenidos soldados estadounidenses. No es de extrañar que después de varios incidentes de ese estilo fueran pocos los americanos dispuestos a coger prisioneros.


La presencia de los tanques utilizados para apoyar los ataques de la infantería estadounidense casi siempre atraía el fuego de la artillería o de los morteros alemanes. El Sherman era especialmente ruidoso, y los alemanes sabían cuando iba a producirse un ataque por el sonido de los motores de los tanques. Las tripulaciones de los blindados corrían también muchos riesgos, ya que los temidos cañones antiaéreos de 88 mm utilizados como arma antitanque eran de una precisión aterradora, siendo capaces de dejar fuera de combate a los tanques aliados, incluso a más de 1 km. de distancia.


Los grupos cazatanques alemanes con el lanzagranadas Panzerfaust al hombro se escondían y aguardaban el paso de las columnas de carros blindados americanos, y luego disparaban contra ellos por detrás, en la zona en la que eran más vulnerables. Otros se acercaban arrastrándose a los blindados y arrojaban contra ellos bombas adhesivas, o se encaramaban a ellos sin ser vistos, lanzando granadas por la escotilla. No es de extrañar que a las compañías de Sherman no les gustara moverse por el "bocage" sin tener el flanco guardado por la infantería.


Los alemanes solían colocar un cañón de asalto o un tanque al final de un largo trayecto en línea recta para tender emboscadas a cualquier Sherman que intentara seguir ese camino. Si se internaban en los campos de cultivo, el comandante del tanque, incapaz de ver casi nada a través del periscopio, tenía que sacar la cabeza por la escotilla de la torreta, ofreciendo un blanco perfecto. En los campos rodeados de setos, los tanques eran más vulnerables, cuando entraban o salían de una parcela por un hueco evidente. Se intentaron diversos métodos de evitar ese peligro.


La infantería que acompañaba a los tanques intentaba abrir brechas en los setos con torpedos Bangalore, pero con escaso éxito, debido a la solidez del suelo y al tiempo que se tardaba en meter la carga bajo tierra. Además se necesitaban cantidades enormes de explosivos. La solución perfecta la encontró el sargento Curtis G. Culin, del 102º Escuadrón de Reconocimiento de Caballería, integrado en la 2ª División Acorazada, quien inventó el conocido como "tanque rinoceronte" (Rhino Tank), que podéis ver en las fotografías superiores. Soldando, a modo de dientes, trozos de acero - obtenidos de las vigas y obstáculos de playa alemanes - a la parte frontal del Sherman, se conseguía en unos 3 minutos abrir un agujero entre el terraplén y el seto (imagen bajo estas líneas).


Casi todas las bajas estadounidenses de carácter psico-neurótico de la campaña de Francia se produjeron como consecuencia de la lucha en el "bocage" y la mayoría de sus víctimas fueron reemplazos, que se habían visto metidos en el combate mal entrenados y peor preparados para sustituir a un caído en combate. Al final de la campaña, 30.000 hombres del I Ejército fueron computados como bajas psicológicas. El jefe del servicio de sanidad de los Estados Unidos, estimaba en un estudio que entre las fuerzas de primera línea un 10% causó baja por motivos psicológicos (fatiga de combate).

Fuentes:

"La Segunda Guerra Mundial" de Antony Beevor
"El Día D. La Batalla de Normandía" de Antony Beevor

viernes, 24 de mayo de 2013

¿Guerra Biológica en Italia?


El 22 de enero de 1944, los aliados desembarcaron en las costas italianas de Anzio y Nettuno, a unos 50 kilómetros al sur de Roma. La denominada Operación Shingle, lanzada a unos 100 kms. detrás de las líneas alemanas, tenía como propósito unirse con las tropas del V Ejército Estadounidense del general Mark W. Clark, que una semana antes había lanzado una ofensiva contra la Línea Gustav, en el área de Montecassino, para juntos marchar sobre la capital italiana. 


El ataque pilló desprevenidos a los alemanes, pero fue un fracaso, pues las tropas de Clark no consiguieron su objetivo de quebrar la férrea línea defensiva alemana, y por el contrario, las fuerzas desembarcadas en Anzio y Nettuno, que actuaron con demasiada cautela y no avanzaron rápidamente para tomar las posiciones elevadasquedaron finalmente cercadas por los refuerzos enviados a la zona por los alemanes, no pudiendo romper el cerco hasta el mes de mayo, tras la victoria aliada en Montecassino.


Aunque los alemanes no habían preparado las defensas militares convencionales, si que habían llevado a cabo deliberadamente actos de sabotaje medioambiental en la zona. En los años 30, gastando muchísimo dinero, Mussolini había drenado las Lagunas Pontinas - una zona de marismas y pantanos en la región del Lazio, al sureste de Roma, en uno de cuyos extremos estaban las cabezas de playa del desembarco aliado - para instalar en la zona a unos 100.000 veteranos de la Primera Guerra Mundial en calidad de colonos. Desecadas las marismas y eliminada la vegetación, los mosquitos, una verdadera plaga en la región, fueron prácticamente eliminados.


Según afirma el historiador Antony Beevor en su imprescindible último libro, "La Segunda Guerra Mundial", tras la rendición de Italia a los aliados, el 3 de septiembre de 1943, dos científicos de Hitler planearon la venganza contra su antiguo aliado. Interrumpieron el funcionamiento de las bombas de agua que drenaban la zona y destruyeron las compuertas de los diques, inundando de nuevo buena parte de la región. A continuación, introdujeron en la zona el mosquito anopheles portador de la malaria, capaz de sobrevivir en aguas salobres. Las autoridades alemanas también confiscaron las reservas de quinina, para que la enfermedad no pudiera tratarse y se difundiera rápidamente.


Los habitantes de la región no solo perdieron sus casas y tierras a raíz de la inundación, sino que, al año siguiente, más de 55.000 de ellos contraerían la malaria. La enfermedad no se erradicaría de la zona hasta 1950, gracias al uso masivo del insecticida DDT. Para el escritor británico fue un caso palmario de guerra biológica.

viernes, 17 de mayo de 2013

Fukuryu: Los Buzos Suicidas Japoneses

Los Fukuryu ("dragones agachados", en japonés), fueron unas unidades especiales de buzos suicidas creadas en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial por los japoneses, para hacer frente a la proyectada invasión aliada del archipiélago nipón (conocida como Operación Downfall). 


Estaban equipados con un equipo de respiración autónoma formado por dos botellas de aire comprimido (cuya patente al parecer los alemanes habían cedido a Japón). Como hacían recircular el aire, no dejaba una estela de burbujas, y favorecía que el buzo se aproximara a su objetivo sin ser visto. Pero por contra, como recirculaba el aire y lo purificaba mediante carbonato cálcico, si el buzo se sumergía más abajo de 10 metros, acababa respirando ácido y moría en pocos segundos. 


Para que el buzo se mantuviera en el fondo y no flotara, contaba con entre 6 y 9 kilogramos de plomo a modo de lastre. Podían podían permanecer sumergidos a una profundidad de 5 a 7 metros durante un máximo de 6 horas, y avanzar andando por el fondo marino hasta unos 2 kms. aproximadamente. Dentro del casco, el buceador podía beber zumos o alimentos líquidos que llevaba consigo gracias a un tubito. 


Estaban armados con una mina de ataque del Tipo 5, de unos 15 kgs. de explosivo y una cámara hueca que hacía de cámara de flotación, que estaba situada en el extremo de una pértiga de bambú de 5 metros de longitud (fotografía superior). La idea era que cuando los buques y lanchas de desembarco de tropas o vehículos enemigas se aproximasen a las playas de invasión, los buzos se situarían debajo de ellas, colocarían la mina bajo la embarcación con la pértiga y la harían estallar, muriendo con toda seguridad durante el proceso. 


Los Fukuryu o bien, se meterían en el agua caminando desde la playa, o esperarían ocultos entre los restos de un barco naufragado o instalación preparada al efecto, o avanzarían por una cañería oculta, una especie de boca del alcantarillado, que los llevaría a varios cientos de metros mar adentro (ver ilustración sobre estas líneas). Una vez allí, a unos 6 metros de profundidad, un batallón de buzos formaría en 3 líneas (tres compañías de 150 buzos cada una de ellas) separadas entre sí unos 60 metros. Los buzos activarían unas minas convencionales situadas bajo el agua y se apartarían de ellas. Las lanchas de desembarco enemigas procurarían evitar esas minas y se meterían justo donde los esperaban los Fukuryu. Entonces comenzaría el ataque. 


Los Fukuryu tenían que procurar apartarse de los buzos suicidas más próximos, para evitar morir sin querer cuando éstos se suicidaran debajo de un buque enemigo. Se consideraba que había suficiente con mantener unos 50 metros de distancia entre buzo y buzo. Se organizaban en secciones de 6 buzos, 5 secciones por pelotón y 5 pelotones por compañía. Se esperaba que cada uno de ellos pudiese hundir una lancha de desembarco de hasta 950 toneladas. 


En agosto de 1945, los japoneses ya tenían preparados 1.000 trajes de buzo, pero tenían previsto haber acabado 8.000 en septiembre. En octubre, los Fukuryu sumarían unos 6.000 buzos suicidas, entrenados y dispuestos a todo. La 71.ª Unidad de Ataque Especial (en Yokosuka, en la bahía de Tokyo) contaba, al final de la guerra, con dos batallones de buzos a punto y cuatro más entrenándose, y esperaba contar con 4.000 buzos para defender la bahía de Tokyo y las playas de Honshu en otoño. Otra unidad, la 81.ª, pretendía desplegar a 1.000 buzos en Kure y Sasebo. Los planes de la Armada Imperial Japonesa eran muy ambiciosos, pues pretendían que fueran 40.000 los buzos suicidas que defenderían las playas y puertos de Japón antes de final de año.

Finalmente la rendición japonesa en septiembre de 1945 evitó la invasión, por lo que los Fukuryu nunca llegaron a entrar en combate. Sin embargo, muchos de ellos murieron durante los ejercicios de entrenamiento.

Fuentes:

lunes, 13 de mayo de 2013

El USS Stanly (o cómo sobrevivir a 3 ataques suicidas en un mismo día)

El USS Stanly fue un destructor estadounidense de la clase Fletcher que sirvió en la US Navy durante la Segunda Guerra Mundial, y que entró en la historia por sobrevivir milagrosamente a tres ataques suicidas japoneses sufridos en un mismo día.


El 12 de abril de 1945, el destructor norteamericano se encontraba en aguas del Pacífico, al norte de la isla japonesa de Okinawa, realizando una misión de alerta de radar, cuando  recibió el aviso de otro buque estadounidense, el destructor USS Cassin Young, estaba siendo atacado por kamikazes japoneses, por lo que partió hacia el lugar a toda máquina para socorrerlo. Inmediatamente, el USS Stanly se vio rodeado por un enjambre de aviones japoneses que comenzaron a atacarle. El destructor se defendió con bravura, navegando en zig-zag y disparando con sus baterías antiaéreas contra los aviones nipones, consiguiendo derribar 6 aviones torpederos Aichi D3A "Val".


Pese a que los cazas norteamericanos acudieron al rescate y entablaron combate con los aparatos japoneses que acosaban al USS Stanly, su tripulación pudo observar atemorizada como se dirigía hacia ellos a una gran velocidad una Yokosuka MXY-7 "Ohka", una bomba tripulada propulsada por cohetes y con una carga explosiva de más de una tonelada, que era transportada por un avión nodriza, que tras soltarla, era guiada por su piloto hacia el objetivo (ver fotografía superior). El "Ohka" impactó violentamente contra la banda de estribor del USS Stanly, apenas un metro y medio por encima de la línea de flotación. Sin embargo, debido a la enorme velocidad de impacto, unos 900 km/h, la carga explosiva atravesó el casco y estalló fuera del buque, librándolo de un hundimiento seguro. 


Minutos después, otro "Ohka" falló por centímetros su impacto, arrancando el mástil con la enseña de la nave, desintegrándose en el mar tras una serie de rebotes en su superficie. Tras esto, el buque recibió la orden de retirarse, pero mientras se alejaba del lugar, fue víctima de otro ataque suicida. El piloto de un Mitsubishi A6M "Zero", tras lanzar una bomba contra el USS Stanly, se lanzó en picado con intención de estrellarse contra el destructor. Nuevamente la suerte volvió a sonreír al USS Stanly: la bomba, quedó corta en su trayectoria y estalló a popa del barco, mientras que el caza se estrelló igualmente en el mar a unas decenas de metros, tras ser alcanzado por las baterías antiaéreas del destructor. 


Pese a sufrir importantes daños, el USS Stanly (en la fotografía de aquí, tras ser reparado) no tuvo que lamentar ninguna baja mortal entre su tripulación, saldándose los tres ataques suicidas sufridos con solo 3 marineros heridos. Irónicamente, las únicas víctimas mortales a bordo de este destructor se producirían por un accidente el 28 de mayo de 1945, cuando durante unos ejercicios rutinarios de tiro estalló una de sus piezas de artillería principales, matando a dos artilleros.

Fuentes:

viernes, 10 de mayo de 2013

Humor en Tiempos de Guerra: Jugando con las Siglas (1)

--- La lancha de desembarco LST (Landing Ship Tank) era un buque de gran tamaño, similar a un crucero ligero, de unos 100 metros de eslora, capaz de transportar cerca de 4000 toneladas. Gracias a su fondo plano, podía transportar tanques y camiones hasta tierra firme, incluso en el caso de playas poco profundas. Para desembarcar disponía de 2 puertas laterales en la proa y una rampa por donde deslizar los vehículos.  En su interior cabían unos 12 tanques y camiones, junto con embarcaciones de pequeño tamaño alojadas en la cubierta. Junto con la LCT (Landing Craft Tank), se convirtió en la embarcación básica de transporte de vehículos aliada.


Pero también tenía graves inconvenientes. Además de ser de difícil navegación en el mar debido a su fondo plano, resultaban lentas y pesadas, por lo que se convertían con demasiada facilidad en blancos fáciles. Por eso, los soldados aliados solían decir que sus iniciales significaban realmente "Long Slow Target", que básicamente podría traducirse al castellano como "Blanco Perfecto".


--- A mediados de agosto de 1943, se acordó la creación del Mando Aliado del Sudeste Asiático, o SEAC (Sout East Asia Command) por sus siglas en inglés, con el vicealmirante británico Lord Louis Mounbatten como comandante supremo, con el general norteamericano Joseph Stilwell como segundo comandante. El díscolo y problemático Stilwell, anglófobo hasta la médula, había sido Jefe de Estado Mayor del general Chiang Kai-Shek y comandante del CBI (China Burma India Theater), pero sus continuos roces tanto con el Generalísimo chino, como los británicos, e incluso con sus compatriotas (como por ejemplo, C.L. Chennault, comandante de los "Flying Tigers") finalmente provocaron su destitución. La retirada de Stilwell provocó los temores de la prensa norteamericana de que los británicos pretendían controlar solos el sudeste asiático. Por dicho motivo, los oficiales estadounidenses  bromeaban afirmando que SEAC era en realidad la sigla de "Save England´s Asian Colonies" ("Salvemos las colonias asiáticas de Inglaterra").


--- Durante los últimos compases de la 2ª Guerra Mundial en el frente europeo, con Berlín sometida a constantes bombardeos aéreos - en los que se turnaban británicos, por la noche, y estadounidenses durante el día - y con el Ejército Rojo avanzando inexorablemente hacia la capital alemana, los berlineses decían que las omnipresentes iniciales LSR, de Luftschutzraum o "refugio antiaéreo", realmente significaban "Lernt Schnell Russisch", es decir, "Aprenda ruso deprisa".


Fuentes:
"El Día D" de Stephen E. Ambrose
"La Segunda Guerra Mundial" de Antony Beevor
"Berlín. La caída: 1945" de Antony Beevor

jueves, 9 de mayo de 2013

Testimonios de la 2ª Guerra Mundial (35)


"Tengo tanta fe depositada en nuestro destino que nada puede quebrantar una confianza nacida de nuestra larga historia, de nuestro glorioso pasado, como dice el doctor Goebbels. Es imposible que las cosas salgan de otro modo. Tal vez hayamos alcanzado en este momento un punto muy bajo, pero contamos con hombres decididos. El país entero está listo para marchar con las armas al hombro. Tenemos armas secretas reservadas para el momento elegido y, sobre todo, tenemos a un Führer al que podemos seguir con los ojos cerrados"

Carta escrita por una mujer alemana a su esposo, recluido en un campo de concentración francés, en los compases finales de la 2ª Guerra Mundial en Europa


Fuente:
"Berlín. La caída: 1945" de Antony Beevor

miércoles, 8 de mayo de 2013

Citas Célebres de la 2ª Guerra Mundial (61)

"Cada obstáculo debe ser superado, cada inconveniente padecido y cada riesgo asumido para asegurar que nuestro golpe sea decisivo. No podemos fallar."

General Dwight D. EisenhowerComandante de la Fuerza Expedicionaria Aliada (SHAEF) en una reunión de Jefes del Estado Mayor Conjunto (CCS) celebrada el 23 de enero de 1944, en relación a la Operación Overlord

martes, 7 de mayo de 2013

Uniformes de la 2ª Guerra Mundial (4)

Hola de nuevo, tropa. Aquí os dejo un amplio repaso a los uniformes del Ejército Norteamericano (US Army) durante las campañas del Norte de África (Marruecos, Argelia, Túnez) y Europa (Normandía, Italia, Holanda, Bélgica, Alemania...). Pasen y vean: