La sociedad japonesa era profundamente racista y todos los gaijin o extranjeros eran considerados intrínsecamente inferiores incluso a los japoneses más modestos. El Ejército Imperial Japonés no quería emplear personal de los territorios ocupados, pero una excepción a ello fue la formación de unidades de incursión entre los Takasago, una tribu indígena amiga de las tierras altas de la Isla de Formosa (también conocida como Taiwan - la principal isla de las que componen la actual República China - que era una dependencia colonial del Imperio Japonés desde 1895), que tenían fama de ser grandes luchadores y de tener una gran capacidad de supervivencia en la selva.
Los voluntarios taiwaneses fueron entrenados en la Escuela Militar de Nakano en tácticas de infiltración, guerra de guerrillas, lucha en la jungla, demoliciones, camuflaje, etc..., y aunque inicialmente fueron asignados en unidades de transporte y apoyo, la falta de personal que comenzó a acusar el Ejército japonés conforme avanzaba la guerra, llevo al alto mando nipón a utillizarlos como unidades de combate que lucharon en las Filipinas, las Indias Orientales Holandesas, las Islas Salomón y Nueva Guinea, contra las fuerzas estadounidenses y australianas. Se estima que entre 1800 y 5000 voluntarios Takasago prestaron servicio en el Ejército Imperial Japonés. Estas tropas taiwanesas llevaban el uniforme tropical estándar del ejército japonés sin ningún tipo de insignia especial: la única concesión a su nacionalidad era el derecho a usar la espada tribal tradicional (giyuto o espada de lealtad y coraje)
En concreto, un buen número de ellos, fueron encuadrados en las Compañías de Incursión Takasago 1ª y 2ª, con cuadros de mando japoneses, y en mayo de 1944 fueron asignadas al 2º Ejército de Área, responsable de las Indias Orientales Holandesas, con cuartel general en Menado. Luego, la 2ª Compañía fue enviada a la isla de Morotai (Nueva Guinea), para misiones de guía y lucha antiguerrilla, mientras que la 1ª Compañía quedó estacionada en la isla filipina de Luzón de camino a Nueva Guinea, al desembarcar las fuerzas de EEUU en Leyte (Filipinas) el 20 octubre de 1944. Por una vez, la superioridad aérea estadounidense no fue determinante: las operaciones acusaron las lluvias monzónicas y el mal estado de las pistas, y los escuadrones japoneses de las otras islas filipinas disputaron valientemente el control del espacio aéreo.
La misión, al mando del teniente Shigeo Naka, no era esencialmente suicida, pero lo cierto es que las posibilidades de éxito eran mínimas y no existía un plan de regreso o evacuación de los guerrilleros, que debían huir tras el ataque, ocultarse en la jungla y arreglárselas por sí mismos. Aunque contaban con el elemento sorpresa de un ataque tan audaz como inesperado, casi podría decirse que el ataque en sí era la menor de las dificultades a la que los atacantes debían enfrentarse, pues los aviones tenían primero que orientarse correctamente en vuelo nocturno, localizar los aeródromos y lograr tomar tierra en ellos.
La Unidad Kaoru fue puesta en alerta el 22 de noviembre 1944, y en la noche del 26 del mismo mes los 40 guerrilleros partieron a bordo de los 4 aviones "Tabby" del campo de aviación de Lipa, al sur de Manila. El vuelo fue a muy baja altura para evitar los cazas estadounidenses, y dos horas después del despegue los pilotos informaron que estaban sobre el objetivo. Esta fue la última comunicación que se recibió de ellos. Como al día siguiente no hubo actividad de la aviación norteamericana en la Bahía de Ormoc, en la costa occidental de Leyte, donde los japoneses estaban desembarcando refuerzos, el mando nipón supuso que la misión se había completado con éxito. Sin embargo, la realidad era que el ataque había sido un completo desastre: tres los cuatro transportes erraron en sus objetivos y aterrizaron en campos distintos de los que estaban previstos, y el cuarto fue derribado.
Uno avión aterrizó en una playa junto al aeródromo de Dulag. Cuando una patrulla estadounidense se acercó, los japoneses abrieron fuego contra ellos. En el tiroteo subsiguiente resultaron muertos dos de los comandos. Los demás alcanzaron la orilla a nado y huyeron. El segundo avión aterrizó en Bito Beach, cerca del campo de Abuyog. En un enfrentamiento con soldados estadounidenses murió uno de los guerrilleros, el resto logró ocultarse en la selva. El tercer avión sí encontró los aeródromos de Burauen, pero fue alcanzado por el fuego de los antiaéreos y se estrelló sin que hubiese supervivientes. El cuarto erró su curso y aterrizó cerca de Ormoc, donde estaban desembarcando los refuerzos japoneses, uniéndose a ellos los guerrilleros taiwaneses.
No se sabe qué ocurrió con los supervivientes de los dos primeros aviones, que desaparecieron en la jungla sin dejar rastro. Es posible que continuasen combatiendo como guerrilleros por su cuenta o se uniesen a las tropas de la 16ª División, que se enfrentaba a los desembarcos enemigos entre la costa oriental y la cordillera central de la isla filipina.
Junto a los Takasago, el Ejército Imperial Japonés también empleó a un buen número de coreanos. Corea había sido anexionado por Japón en 1905, convirtiéndola en su colonia en 1910. Los coreanos eran vistos por los japoneses con un abierto desdén racial y había resistencia a emplearlos en la milicia; sin embargo, hacia 1942, la escasez de personal que las fuerzas armadas imperiales estaban empezando a sufrir llevó a reconsiderar su postura inicial con el resultado de que un total de 200.000 coreanos fueron evaluados por las oficinas de reclutamiento japonesas, dando finalmente el visto bueno a 130.000. La mayoría de ellos se usaron estrictamente en labores de apoyo y construcción, y encuadrados en unidades de obras que preparaban defensas y fortificaciones o aérodromos en las islas del Pacífico. Los coreanos sirvieron principalmente en las Unidades de Construcción e Ingeniería Civil de la Marina (Kaigun Kenchiku Shitetsu Butai) formadas por 1.000 hombres, mandadas por oficiales japoneses y con 100 vigilantes japoneses armados.
Otros coreanos fueron destinados a las islas metropolitanas, desempeñando tareas de apoyo que liberaban a reclutas japoneses para el servicio en combate. Los japoneses los consideraban más como trabajadores que como soldados y raramente les entregaron armas. Pero cuando la escasez de personal se hizo severa algunas pequeñas unidades de coreanos lucharon junto al Ejército japonés durante las últimas fases de la guerra en Nueva Guinea y Birmania.
Un caso distinto era el de los Gunzoku, unos civiles militarizados que sirvieron en las fuerzas armadas japonesas en tareas de apoyo y que llevaban sus propios uniformes e insignias. Los japoneses solían presentarse voluntarios para este tipo de trabajos, pero también se reclutó forzosamente a un gran número de coreanos. El número total de coreanos que pasaron por el Gunzoku durante la guerra fue de unos 150.000, de los cuales 80.000 sirvieron en la Marina Imperial y 70.000 en el Ejército.
Ahora bien, antes de que empezase el reclutamiento obligatorio, unos cuantos coreanos se habían presentado voluntarios, de los que aproximadamente 3.000 sirvieron como guardias en los campos de prisioneros aliados. Estos auxiliares coreanos tenían una condición extremadamente baja y eran tratados brutalmente por sus superiores japoneses (en un ejército que ya no se distinguía precisamente por la consideración hacia sus soldados). Ellos, a su vez, se ganaron entre los prisioneros aliados la reputación de ser especialmente brutales y crueles. Los guardianes de campos estaban considerados por debajo del nivel más bajo del escalafón militar, y había unidades de coreanos mandadas por suboficiales (hubo incluso algún campo de prisioneros en el que los guardias coreanos estaban a las órdenes de un cabo).
Fuentes:
http://nonsei2gm.blogspot.com/2011/04/el-destacamento-kaoru-y-el-ataque.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Takasago_Volunteers
Osprey: Soldados de la II Guerra Mundial: "Los comandos suicidas y otras unidades japonesas" de Philip Jowet
Ya veo como se hace ya. Que torpecica soy.
ResponderEliminarPor cierto, no me des las gracias por leer tus articulos porque me parecen interesantisimos. Ademas, con lo aburrida que estoy ahora en casa, no sabes lo que me he entretenido leyéndolo
Olé!! Lo has conseguido, jejeje. Ves como es muy fácil. Pues nada, a ver si te sigues prodigando por aquí.
ResponderEliminarSi lo que cuento por estos lares no sólo no aburre, sino que además es un antídoto para calmar tu aburrimiento, miel sobre hojuelas!!
Joder, qué torpes los Takasago...ni uno logró el objetivo...jajajaja, y vamos, encima que los coreanos van a ayudar coño, que manera de tratarlos! Estaba yo que los ayudaba, JA!
ResponderEliminar1besico!
Muy buen tema.
ResponderEliminarGracias por citar mi blog.
Saludos.
FIONA: más que ayudar voluntariamente a los japos, me temo que les invitarían "amablemente" a arrimar el hombro, lo que muchos coreanos (no olvidemos que se trataba de un pueblo ocupado) harían para evitar males mayores. Por cierto, a miles de mujeres coreanas las reclutaron a la fuerza para ejercer como prostitutas en burdeles para la tropa (algo de eso sale en "Ciudad de Vida y Muerte", si recuerdas...)
ResponderEliminarNONSEI: Gracias. No es la primera vez que cito tu blog, ni será la última, seguro. Es un sitio de referencia y visita obligada para todos los amantes de la WW II
Saludos