Cuando el 25 de agosto de 1939 los Ministros de Exteriores soviético, Molotov, y alemán, Von Ribbentrop, firmaron el pacto de no agresión, la sentencia de Polonia y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial estaban firmados. El 1 de septiembre, Alemania invadió Polonia y dos días más tarde el Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Francia, Sudáfrica y Canadá le declararon la guerra. A pesar de esta declaración, Hitler seguirá avanzando.
El Reino Unido está en guerra y aunque no ha intervenido activamente se comienzan a tomar medidas desde Londres.
Temiendo los bombardeos de la Luftwaffe se establecen restricciones respecto al alumbrado; se prohíbe encender cualquier tipo de luz por las noches, incluso llegando al extremo de ser arrestados por encender un cigarrillo en la calle. Al caer la noche la oscuridad invade las calles británicas y la única que se atreve a romper la prohibición es la luna. A pesar de ello, la gente trata de llevar una vida “normal” con las limitaciones propias de la oscuridad. Caminar por las calles de convierte en una carrera de obstáculos (coches, farolas, bordillos, árboles…), los coches sin luces – incluso las del salpicadero – se esquivan unos a otros, los tranvías pasan a ser “el peligro silencioso", los accidentes de tráfico se incrementaron un 100% respecto al año anterior…
La Batalla de Inglaterra no comenzaría hasta el mes de julio de 1940 y el posterior "Blitz" (o bombardeo sostenido del Reino Unido por la aviación germana) no llegaría hasta septiembre de ese mismo año (prolongándose hasta el mes de mayo de 1941 y causando alrededor de 43.000 muertos). Sin embargo, en esas estrictas condiciones de seguridad y con las restricciones antes relatadas, más el creciente miedo en la población civil a las incursiones de los bombarderos alemanes, se dio la circunstancia que durante los primeros 4 meses de “guerra” (septiembre a diciembre de 1939), habían muerto 4.133 personas en suelo británico (tres cuartas partes de ellos, peatones) y la Luftwaffe todavía no había lanzado ni una sola bomba.
La primera víctima en fallecer a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial en Gran Bretaña fue un policía llamado George Southworth, la noche del 3 de septiembre de 1939, cuando aún no se habían cumplido las primeras 24 horas desde que su país había entrado oficialmente en la contienda. Las autoridades habían ordenado el oscurecimiento total de las ciudades en caso de alarma aérea. Sin embargo, en una casa de Harley Street, en Londres, la luz continuaba inexplicablemente encendida después de sonar la sirena que alertaba de un posible ataque aéreo.
El agente Southworth, que estaba encargado de que se cumpliesen a rajatabla las órdenes de oscurecimiento, llamó al timbre para instar a su propietario a que apagase la luz inmediatamente, pero nadie contestó a su llamada. Como la ventana estaba abierta, el policía no tuvo otra ocurrencia que encaramarse por la fachada para entrar por aquella y apagar él mismo la luz. Para ello se sirvió de un tubo de desagüe, por el que comenzo a trepar. Cuando seguramente estaba a punto de llegar arriba, algún mal gesto le hizo perder el apoyo en la cañería, lo que le hizo precipitarse contra el suelo, muriendo de forma instantánea al impactar su cabeza contra un bloque de piedra. Por desgracia para él, su encomiable decisión de cumplir con su deber aún a riesgo de su propia vida no hubiera servido para nada, pues finalmente resultó ser una falsa alarma, causada por un avión francés que había perdido el rumbo.
Fuentes:
http://historiasdelahistoria.com/2011/09/15/el-miedo-a-los-nazis-mato-a-mas-de-4000-britanicos/
"Hechos Insólitos de la Segunda Guerra Mundial" de Jesús Hernández
Temiendo los bombardeos de la Luftwaffe se establecen restricciones respecto al alumbrado; se prohíbe encender cualquier tipo de luz por las noches, incluso llegando al extremo de ser arrestados por encender un cigarrillo en la calle. Al caer la noche la oscuridad invade las calles británicas y la única que se atreve a romper la prohibición es la luna. A pesar de ello, la gente trata de llevar una vida “normal” con las limitaciones propias de la oscuridad. Caminar por las calles de convierte en una carrera de obstáculos (coches, farolas, bordillos, árboles…), los coches sin luces – incluso las del salpicadero – se esquivan unos a otros, los tranvías pasan a ser “el peligro silencioso", los accidentes de tráfico se incrementaron un 100% respecto al año anterior…
La Batalla de Inglaterra no comenzaría hasta el mes de julio de 1940 y el posterior "Blitz" (o bombardeo sostenido del Reino Unido por la aviación germana) no llegaría hasta septiembre de ese mismo año (prolongándose hasta el mes de mayo de 1941 y causando alrededor de 43.000 muertos). Sin embargo, en esas estrictas condiciones de seguridad y con las restricciones antes relatadas, más el creciente miedo en la población civil a las incursiones de los bombarderos alemanes, se dio la circunstancia que durante los primeros 4 meses de “guerra” (septiembre a diciembre de 1939), habían muerto 4.133 personas en suelo británico (tres cuartas partes de ellos, peatones) y la Luftwaffe todavía no había lanzado ni una sola bomba.
La primera víctima en fallecer a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial en Gran Bretaña fue un policía llamado George Southworth, la noche del 3 de septiembre de 1939, cuando aún no se habían cumplido las primeras 24 horas desde que su país había entrado oficialmente en la contienda. Las autoridades habían ordenado el oscurecimiento total de las ciudades en caso de alarma aérea. Sin embargo, en una casa de Harley Street, en Londres, la luz continuaba inexplicablemente encendida después de sonar la sirena que alertaba de un posible ataque aéreo.
El agente Southworth, que estaba encargado de que se cumpliesen a rajatabla las órdenes de oscurecimiento, llamó al timbre para instar a su propietario a que apagase la luz inmediatamente, pero nadie contestó a su llamada. Como la ventana estaba abierta, el policía no tuvo otra ocurrencia que encaramarse por la fachada para entrar por aquella y apagar él mismo la luz. Para ello se sirvió de un tubo de desagüe, por el que comenzo a trepar. Cuando seguramente estaba a punto de llegar arriba, algún mal gesto le hizo perder el apoyo en la cañería, lo que le hizo precipitarse contra el suelo, muriendo de forma instantánea al impactar su cabeza contra un bloque de piedra. Por desgracia para él, su encomiable decisión de cumplir con su deber aún a riesgo de su propia vida no hubiera servido para nada, pues finalmente resultó ser una falsa alarma, causada por un avión francés que había perdido el rumbo.
Fuentes:
http://historiasdelahistoria.com/2011/09/15/el-miedo-a-los-nazis-mato-a-mas-de-4000-britanicos/
"Hechos Insólitos de la Segunda Guerra Mundial" de Jesús Hernández
interesante post,sigue asin furilo.Supongo que el numero de robos tambien se multiplicaria,el pueblo ingles aguanto lo suyo.
ResponderEliminarJoder...qué bestia, ni un cigarrico...imagínate ahora, sería imposible mantener la oscuridad, con la de móviles que hay y el uso compulsivo que le damos...jajaja
ResponderEliminar1besico!