lunes, 1 de julio de 2013

La Captura del HMS Seal

El HMS Seal (N37) fue uno de los 6 submarinos clase Grampus para colocación de minas y combate de la Royal Navy que tiene el dudoso mérito de ser el único submarino capturado por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Su captura no fue nada convencional: no fue obra de submarinos, destructores o cazasubmarinos de la Kriegsmarine, sino por increíble que parezca, se llevo a cabo por 2 hidroaviones de la marina nazi.


Integrado en la 6ª Flotilla de Submarinos de la marina real británica con base en Rosyth (Escocia), a comienzos de enero de 1940, bajo el mando del capitán Rupert Lonsdale, comenzó a realizar labores de escolta de convoyes y patrullas a lo largo de la costas noruegas. Tras varias misiones realizadas con éxito, sufrió daños al chocar accidentalmente con un carguero, lo que le llevó al puerto británico de Blyth para arreglar los desperfectos. Puesto de nuevo en funcionamiento, en el mes de abril se le asignó una misión de sembrado de minas en el estrecho de Kattegat, entre Dinamarca y Suecia. Se consideraba una misión peligrosa, más en un submarino del tamaño del HMS Seal, pero el capitán Jocelyn Bethell, oficial que comandaba la 6ª flotilla, no pudo convencer al Almirante Max Horton para que reconsiderara su decisión.


El 29 de abril de 1940 el HMS Seal zarpó hacia su objetivo, cargado con 50 minas. Pasando absolutamente inadvertido, navegó por la superficie o, cuando era necesario, por el fondo marino, en dirección a la isla de Vinga, en cuyas inmediaciones debía desperdigar su mortífera carga. Antes de llegar a su objetivo, en la madrugada del 4 de mayo fue localizado por un Heinkel He 115 alemán, que le atacó y le produjo daños leves. El hidroavión alemán debió abandonar la caza del submarino británico al ser reclamado por otro objetivo en la zona, pero haber sido localizado obligó al HMS Seal a navegar sumergido en torno a los 90 pies de profundidad.


Por la mañana, el sumergible británico realizó con éxito la colocación de minas en la zona asignada - que días después hundirían una fragata alemana y tres cargueros - y emprendió el regreso a costas británicas. Sin embargo, al llegar la tarde de aquel 4 de mayo, se vio acosado por buques arrastreros antisubmarinos y una flotilla de 9 Schnellbootes (lanchas torpederas alemanas, en la fotografía bajo este párrafo) que trataban de localizarlo; el submarino inglés trató de escapar realizando maniobras de distracción, navegando en zig-zag y ocultándose sumergido. La empresa era difícil pues todavía tenía muchas horas de luz por delante y el estrecho de Kattegat, no era un buen lugar para un submarino de su tamaño, ya que era poco profundo. En plena maniobra evasiva entró en un campo de minas que no aparecía en los mapas, colisionando con una de ellas sobre las 16,30 horas, sufriendo graves daños en la zona de popa. Aunque todas las puertas estancas fueron selladas, una subida en la presión del aire interior indicó que había entrado en el sumergible mucha agua. Además, quedó a 100 metros de profundidad con un ángulo de inclinación de 30 grados, con la popa pegada al fondo marino.


A pesar de todo, y para sorpresa de la tripulación, los buques que hostigaban al submarino, no se percataron de la explosión de la mina y se alejaron de la zona, sin conseguir localizarlo. Tras varias inspecciones y reparaciones, la tripulación esperó hasta las 22.30 horas para asegurarse que los ocultase la oscuridad y poder emerger. Los tanques de lastre fueron vaciados y los motores encendidos, pero la popa continuaba firmemente pegada en el fondo marino, y el grado de inclinación de la proa se incrementó un poco más, por lo que los intentos debieron ser abandonados. Para entonces, el aire del interior del HMS Seal se había viciado notablemente, por lo que se iniciaron bombeos y reparaciones de emergencia. Se hicieron dos intentos más de emerger hasta que las 11 toneladas de arrastre de su quilla fueron liberadas, pero esto significó que el submarino no podría volver a sumergirse de nuevo. Se usó más aire a presión para inflar los tanques restantes, pero el intento fue inútil.


El HMS Seal no podía emerger, estaba averiado, medio inundado e ingobernable.  Llevaba demasiadas horas en inmersión y el oxígeno de su interior se consumía lentamente. Poco tiempo después, los marineros y oficiales mostraban signos de hipoxia, producto de la acumulación de dióxido de carbono en el sumergible. O lograban emerger o estaban perdidos. Se hizo un tercer intento de emerger, usando los motores y el lastre principal, pero falló nuevamente.  A las 1.10 horas Lonsdale, un cristiano devoto, llamó a su tripulación a rezar y se intentó que todos, en una medida desesperada, se situaran a proa del submarino con la idea de obtener algún peso que lo equilibrara y redujera el ángulo de inclinación.


Se intentó una vez más mover el submarino encendiendo los motores, que se incendiaron, pero el fuego se extinguió debido a falta de oxígeno en el ambiente. Las baterías estaban casi vacías y el aire de alta presión casi agotado. Afortunadamente, un ingeniero se dio cuenta que había un grupo de aire a presión con un poco de carga, abrió la válvula y el submarino comenzó a subir. Llegaron a la superficie alrededor de las 1.30 horas y tras liberar la presión y abrir las escotillas para renovar el aire, la tripulación sufrió vómitos y un intenso dolor de cabeza producto del aire fresco que comenzaban a respirar. Después de un rato, trataron de encaminarse a aguas seguras, las de la neutral Suecia. El timón estaba dañado y el submarino había quedado imposible de dirigir, pero podía funcionar a la inversa. Se hizo algún progreso, pero el barro había entrado al sistema de lubricación y el único motor que todavía funcionaba se detuvo.


A las 2.30 horas del 5 de mayo de 1940, el HMS Seal fue descubierto en superficie y atacado por dos hidroaviones Arado Ar 196 de la Kriegsmarine que comenzaron a ametrallarlo y golpearon al submarino con un par de cargas. Lonsdale, en el puente y bajo el fuego enemigo, intentó defenderse disparando sus ametralladoras Lewis, pero éstas estaban atascadas. Con el submarino imposibilitado para sumergirse y sin poder moverse por no tener fuerza motriz, con algunos miembros de la tripulación heridos y sin más defensas, no tuvo más alternativa que rendirse. El mantel de la mesa del comedor fue izado al mástil a modo de bandera blanca. El teniente Schmidt, de la marina de guerra alemana, amerizó con su hidroavión al lado del submarino y pidió que a Lonsdale que nadase hasta él. La tripulación tuvo que esperar en el submarino hasta las 6.30 horas a que llegara un remolcador, que lo transportó al puerto danés de Frederikshavn, donde se hicieron una reparaciones de emergencia para remolcarlo nuevamente hasta el puerto germano de Kiel.


Aunque el equipo y el armamento eran completamente incompatibles con el alemán, y no era posible, obviamente, conseguir repuestos, el Almirante Rolf Carls creía que el HMS Seal podría volver a ser operativo (aunque tres submarinos alemanes de mejores prestaciones podían ser construidos por el mismo coste) y ordenó que se llevaran a cabo las reparaciones necesarias para ser puesto al servicio de la Kriegsmarine. En la primavera de 1941 fue adscrito oficialmente a la marina de guerra nazi bajo el nombre de U-B, al mando del capitán de fragata Bruno Mahn. El submarino tenía muy poco valor como equipo militar para la armada germana, por lo que fue principalmente usado con fines propagandísticos - como podéis ver en el vídeo al final del post  - y para entrenamiento de tripulaciones.


Sin embargo, dada su escasa utilidad y los desorbitados costes de las reparaciones y mantenimiento, fue finalmente retirado del servicio en 1943 y abandonado en un rincón del astillero de Kiel. El 3 de mayo de 1945, durante un ataque aéreo a cargo de la RAF sobre el puerto alemán - el mismo que hundió el crucero pesado Admiral Hipper -, fue gravemente alcanzado y se hundió. Lo único que los alemanes obtuvieron de la captura de este submarino, aparte del efecto propagandístico, fue que pudieron imitar el sistema de disparo de los torpedos ingleses. Los submarinos alemanes (U-Boot) solían tener problemas con sus torpedos, debido a un diseño poco efectivo de sus espoletas. Gracias a esta captura, su capacidad de ataque se incrementó notablemente, pues imitaron el diseño británico, mucho más eficaz.


Fuentes:

3 comentarios:

Unknown dijo...

Interesantísima historia. En todo caso, lo sucedido no fue culpa de la tripulación. Y todo capitán, ante la imposibilidad de continuar la lucha, tiene el deber de mantener viva a su tripulación.
Curiosa decisión la de reparar el submarino por parte alemana. Será capricho alemán eso de usar el todo tipo de armamento del enemigo, por inútil que sea.

Un saludo

http://librosenguerra.blogspot.com.es/

Unknown dijo...

Aunque fuera el único submarino apresado, no parece que fuera por culpa de su capitán, ni su tripulación. Además este tiene que pensar en la supervivencia de sus hombres cuando no tiene posibilidades de seguir luchando. Lo que no entiendo es la costumbre alemana de utilizar todo el material de guerra enemigo.

Un saludo,



http://librosenguerra.blogspot.com.es/

charlie furilo dijo...

Aunque en esta ocasión les salió rana el asunto, lo cierto es que, la gran cantidad de material, vehículos, etc.. enemigo apresado, les vino a las mil maravillas al ejército alemán, sobre todo en el Frente del Este. Sin todo el ingente material capturado durante la caída de Francia, posiblemente la Operación Barbarroja no habría podido llevarse a cabo.

Saludos!!