"Cuando vino de visita, los londinenses de esta zona no habrían dado un penique por Winston Churchill, ni como hombre ni como político. Pero el hombre que ocupó la plaza de Chamberlain, ése era un líder, de eso no hay duda; era un líder y creo que cada vez que abría la boca, inspiraba confianza a la gente. Si lo aceptaban o no como conservador, allá ellos, pero él estaba con ellos y estaba en contra del enemigo común. Sólo tenía que abrir la boca y decir que lo negro era blanco y le habrían creído, tal era su fe en él y de tal manera les inspiraba confianza. Sólo había que escuchar sus discursos radiados, sobre combatirlos en los campos y en las playas, y ya veías a la gente subiéndose las mangas."
Parroquiano anónimo de un pub de Canning Town, East End, Londres
Fuente: "Un Mundo en Guerra: Historia Oral de la Segunda Guerra Mundial" de Richard Holmes
Fuente: "Un Mundo en Guerra: Historia Oral de la Segunda Guerra Mundial" de Richard Holmes
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