martes, 11 de junio de 2013

Roosevelt y el Mapa de la Sudamérica Nazi

A mediados de 1941, el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt era un firme partidario de entrar en la Segunda Guerra Mundial. Su aliado natural, Gran Bretaña - con quién había firmado la Ley de Préstamo y Arriendo en marzo de 1941 para el suministro de grandes cantidades de material bélico -, resistía a duras penas los embates de las fuerzas del Eje, mientras que su aliado circunstancial, la URSS, parecía estar al borde del colapso en los primeros compases de la Operación Barbarroja, con las tropas de la Wehrmacht y sus aliados, avanzando rápida e inexorablemente por el interior del territorio soviético. Mientras tanto, en el Pacífico, las ansias imperialistas y expansionistas de Japón amenazaban seriamente la esfera de influencia estadounidense.


Roosevelt se encontraba con la dificultad de vencer las reticencias de sus compatriotas a entrar en la contienda. Aún estaba fresco el recuerdo de la intervención estadounidense en la Gran Guerra, y estaba muy presente que aquella acción no había servido para sellar una paz definitiva en el viejo continente. Así pues, los norteamericanos, por regla general, preferían mantener una posición aislacionista. Pero el presidente estaba decidido a que los EE.UU. entrarán en la guerra. Con el fin de ir preparando a la opinión pública, el 27 de octubre de 1941, con motivo del "Día de la Armada",  pronunció un discurso en que se pudieron escuchar estas palabras: "Hitler ha dicho en muchas ocasiones que sus planes de conquista no se extienden a través del océano Atlántico. Pero yo tengo en mi poder un mapa secreto, hecho en Alemania, por su gobierno, que muestra sus planes para un nuevo orden mundial. Es un mapa de Sudamérica y parte de América Central y de como Hitler pretende reorganizarlas. El mapa, amigos míos, deja claro no solo el destino que los nazis desean para Sudamérica, sino también para los EE.UU."


El mapa en cuestión era el que podéis ver sobre estas líneas. En él se podía observar como los alemanes habían diseñado las nuevas fronteras que tendría America del Sur una vez que hubiera caído en sus manos. Ese mapa, ampliamente difundido por la prensa, mostraba el siguiente título: "Luftverkehrsnetz der Vereinigten Staaten Süd-Amerikas-Hauptlinien", es decir, "Rutas Aéreas en los Estados Unidos de América del Sur - Líneas Principales". En él puede verse como Sudamérica está dividida en sólo 5 países: Argentinien, Brasilien, Chile, Guyana y Neuspanien. El resto de países quedaba repartido entre ellos. Guyana englobaría las 3 guyanas - francesa, británica y holandesa - y estaría tutelada por el gobierno colaboracionista de Vichy. Nueva España estaría integrada por Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá (por tanto, el canal de Panamá, bajo la soberanía de EE.UU. pasaría a encontrarse bajo dominio alemán). Chile,  por su parte, se anexionaría Perú y una parte de Bolivia. Un detalle curioso es que Chile quedaba cortado a la altura del puerto de Antofagasta para permitir una salida al océano Pacífico a Argentina, que por su parte, vería ampliado su territorio con Uruguay, Paraguay y las británicas Islas Malvinas. Finalmente, Brasil se anexionaba la parte de Bolivia que no había quedado bajo dominio chileno.


Obviamente, este plan suponía una clara amenaza para los intereses norteamericanos, e incluso el nombre elegido por los alemanes - Estados Unidos de América del Sur - suponía en cierto modo una provocación. La existencia de ese mapa, supuestamente arrebatado a un espía alemán en Buenos Aires tras sufrir un accidente de tráfico, demostraba que Hitler albergaba planes de expansión en el continente americano. Según Roosevelt, esos nuevos países - a excepción de Guyana -, no serían más que estados satélites de la Alemania nazi, gobernados por un Gauleiter, tal y como sucedía en Europa, con Polonia o Checoslovaquia.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, en 1985, dos investigadores, John F. Bratzel y Leslie B. Rout, descubrieron que el célebre mapa no era más que una falsificación confeccionada por los servicios secretos británicos con la intención de arrastrar a los Estados Unidos a la guerra en un momento en que el Reino Unido necesitaba desesperadamente su apoyo, así como para provocar una disminución del apoyo al Tercer Reich en algunos países sudamericanos y un incremento de la colaboración con el poderoso vecino del norte, el único que podía garantizar que los nazis se mantuvieran alejados. 

Fuentes: 
"100 Historias Secretas de la Segunda Guerra Mundial" de Jesús Hernández