martes, 5 de febrero de 2013

Tarán: Los 'Kamikazes' Soviéticos

En las compases iniciales de la Operación Barbarroja, cuando los ejércitos alemanes y sus aliados avanzaban imparables hacia el corazón de Rusia, los mandos de la VVS (siglas de la Voyenno-Vozdushnye Silylas Fuerzas Aéreas Soviéticas), se vieron obligados a adoptar medidas desesperadas para tratar de frenar a las escuadrillas de la Luftwaffe que, al amparo de su abrumadora superioridad,  bombardeaban objetivos vitales en Moscú y otras ciudades.


De este modo se emitieron órdenes escritas para que los pilotos soviéticos, en caso de haber agotado sus municiones, el combustible o si el aparato sufría cualquier avería o problema,  embistiesen a los aviones atacantes para tratar de derribarlos. Como puede imaginarse, estas directivas suponían, en la mayoría de los casos, una sentencia de muerte para los pilotos soviéticos. Cientos de ellos perdieron la vida cuando estrellaron sus aviones contra los bombarderos alemanes. Estas maniobras cuasi-suicidas fueron las llamadas tácticas Tarán (“ariete” en ruso). Podéis ver las modalidades y forma de ejecutar dichas maniobras aquí.


Los primeros ataques Tarán tuvieron lugar en el primer día de la invasión alemana, ya que, según las cifras oficiales soviéticas, al menos 6 pilotos embistieron a aviones enemigos después de agotar sus municiones, estrellándose contra sus alas y fuselaje. La primera embestida de la guerra fue anunciada de forma concisa por un programa de radio de la capital soviética: “A las 05:15 horas del 22 de junio de 1941, cerca de 200 millas dentro de territorio ruso, el teniente de vuelo Líder Juvenil Leonid Butelin se estrelló contra un bombardero alemán Junkers Ju-88, cortándole la cola con la hélice de su caza”.  Otros 9 bombarderos alemanes fueron abatidos en ataques similares en los meses de julio y agosto. Así por ejemplo, el 2 de julio un Heinkel He-111 que realizaba una misión de reconocimiento fotográfico, fue derribado por un Yakovlev Yak-1 pilotado por el teniente Sergei Goshko, al lograr golpearle en la cola con el ala de su caza. El bombardero alemán derribado transportaba mapas, códigos e información de inteligencia de gran valor. Por su hazaña, Goshko recibió la Estrella de Oro de Héroe de la Unión Soviética.


A partir de julio Moscú se convirtió en el objetivo principal de los ataques aéreos alemanes. La Luftwaffe contaba para ese propósito con una gran fuerza formada por millares de aviones - incluyendo bombarderos como los Heinkel He-111, Junkers Ju-88 y Dornier Do-215 -. El primer ataque masivo contra la capital soviética fue lanzado en la noche del 22 de julio de 1941, con la participación de 220 bombarderos. Aquella fue la primera de una larga serie de batallas aéreas libradas en los cielos de Moscú en los meses siguientes, ya que entre los meses de julio y diciembre los alemanes lanzaron aproximadamente 120 raids contra la capital rusa. La eficaz defensa antiaérea soviética logró detener la mayor parte de aquellos ataques. Pero fue precisamente en las batallas aéreas en torno a Moscú donde se realizaron la mayor parte de los ataques Tarán de la guerra.


La noche del 6 de agosto tuvo lugar uno de aquellos combates. Aunque los pilotos de las escuadrillas encargadas de la defensa de la capital soviética no tenían experiencia en combate nocturno, al sonido de las alarmas antiaéreas saltaron a las cabinas de sus cazas y comenzaron a despegar en la oscuridad con la orden de interceptar a los bombarderos enemigos. Uno de aquellos cazas era un Polikarpov I-16 pilotado por el teniente Viktor Talalikhin. Volando a 4.500 metros, el piloto soviético divisó un bombardero enemigo Heinkel He-111  abriendo fuego sobre él con las ametralladoras de su caza y alcanzándolo en uno de sus motores. El bombardero alemán, con el motor incendiado, inició una maniobra evasiva, descendiendo y cambiando de rumbo bruscamente, pero no logró deshacerse de Talalikhin, que siguió disparando hasta agotar la munición.


Aunque estaba desarmado, se negó a abandonar a su presa y continuó la persecución. Inesperadamente, una ametralladora del bombardero abrió fuego y alcanzó al piloto ruso en un brazo, pero éste aceleró al máximo y se estrelló contra el He-111, que se precipitó a tierra envuelto en llamas. Pero el caza soviético también comenzó a caer sin control, y Talalikhin tuvo que saltar en paracaídas, acabando en un lago poco profundo de donde fue rescatado por unos campesinos. Aquel fue el primer ataque Tarán nocturno de la guerra. Viktor Talalikhin fue condecorado con la Estrella de Oro de Héroe de la Unión Soviética, y su hazaña fue ampliamente difundida por la prensa y la propaganda soviética (en la imagen superior un sello conmemorativo de su hazaña). En los meses siguientes derribó otros 5 aviones alemanes. Murió el 27 de octubre de 1941, en un combate aéreo librado contra 3 cazas Messerschmitt Bf-109.


En octubre los alemanes realizaron más de 2.000 salidas contra la capital soviética, llegando a bombardear hasta el mismísimo Kremlin. Los ataques Tarán (en la fotografía de arriba un cartel propagandístico alusivo a tales ataques) continuaban sin descanso. Los soviéticos tenían que recurrir incluso a sus aviones más viejos, que no eran rivales para los modernos aparatos alemanes. El 7 de octubre un anticuado biplano Polikarpov R-5 pilotado por el teniente Ivan Denisov embistió frontalmente a un Henschel Hs-129. Ambos aviones se estrellaron, pero el aviador soviético logró sobrevivir saltando en paracaídas. A partir de 1942 la relación de fuerzas en los cielos rusos comenzó a cambiar, y las embestidas de los pilotos soviéticos se hicieron cada vez más esporádicas. El último ataque Tarán en la defensa de Moscú tuvo lugar el 2 de junio de 1943, cuando un MiG-3 pilotado por el teniente Gennady Sirishikov seccionó con su hélice la cola de un bombardero alemán Junkers Ju-88.


Pero la capital rusa no fue el único frente en el que los soviéticos recurrieron a las embestidas. En Murmansk, en el ártico ruso, el piloto Alexei Khlobystov reclamó el derribo de dos aviones alemanes (un Bf-109 y un Bf-110) en ataques Tarán el mismo día, el 8 de abril de 1942, y otro más (otro Bf-109) el 14 de mayo. Pero este último, en el que además perdió su avión, un Curtiss P-40 'Warhawk' de fabricación estadounidense (en la imagen sobre este párrafo en la que Khlobystov muestra su destrozado fuselaje tras realizar unos de esos ataques), es como mínimo dudoso, ya que ese día los alemanes no sufrieron ninguna pérdida en el sector en el que se encontraba el piloto soviético.


Oficialmente, las órdenes rusas de ataques en embestida cesaron en septiembre de 1944. Para entonces los pilotos soviéticos dominaban los cielos y pocos aviones de la Luftwaffe se aventuraban fuera del territorio aún ocupado por los alemanes. No obstante, se siguieron dando casos aislados prácticamente hasta el final de la guerra. Así, el 18 de marzo de 1945 Piotr Kozachenko (en la imagen superior), Héroe de la Unión Soviética con 12 derribos, fue alcanzado por un avión enemigo mientras escoltaba a unos bombarderos Petlyakov PE-2. El último mensaje que envió por radio fue: "Me han dado, voy a efectuar un Tarán". No se sabe si tuvo éxito.


Las órdenes soviéticas de embestir a los aviones enemigos no se hicieron públicas hasta tres décadas después del fin de la guerra. Sin embargo, no eran un secreto. Muchos de aquellos pilotos se convirtieron en héroes, recibieron las más altas condecoraciones, y en ocasiones fueron entrevistados por la prensa. Algunas de sus hazañas fueron conocidas incluso en Estados Unidos a través de la revista Life. Y por supuesto en Alemania. Las tripulaciones de la Luftwaffe que eran destinadas al frente oriental pronto comprobaban que los rumores que circulaban sobre las tácticas cuasi-suicidas soviéticas eran ciertas.


Se suponía que los ataques Tarán eran un recurso de última instancia para los pilotos rusos. En las primeras semanas y meses de la invasión la VVS no era rival para la todopoderosa aviación nazi. Generalmente los aviones alemanes eran tecnológicamente superiores y sus pilotos tenían la ventaja de contar ya con una importante experiencia en combate. Las directivas de guerra soviéticas especificaban cuándo tenían que recurrir sus pilotos a estas embestidas. Por ejemplo, una directiva dirigida a los pilotos del 6 º Cuerpo Aéreo, a cargo de la defensa de Moscú, explicaba: “Si las ametralladoras se encasquillan, si los cartuchos se gastan antes de tiempo, si el enemigo se dirige contra un objetivo de importancia para el Estado, se deberá atacar y destruir al enemigo con una embestida”. Según esta directiva, los pilotos no eran enviados a misiones suicidas: “Embestir al enemigo es un acto de supremo heroísmo y valentía, pero no es un acto de autosacrificio”. Y añadía: “El piloto debe saber cómo embestir”, una afirmación que era seguida por cuatro páginas en las que se explicaban las distintas técnicas de embestida.


En palabras del Mariscal Jefe de la Fuerza Aérea Soviética, Alexander Novikov (en la fotografía de aquí arriba) “cualquier técnica de combate aéreo exige valentía, coraje y habilidad por parte del piloto. Pero un ataque Taràn exige incalculablemente más a un piloto. El Tarán precisa, en primer lugar, de disposición para el sacrificio. Es una prueba de lealtad al pueblo, a los ideales de la Patria”. También defendía la importancia de las embestidas en un sentido puramente táctico. Como explicó después de la guerra: “El miedo de los pilotos enemigos a nuestras embestidas dio a los nuestros muchas ventajas, como mayores posibilidades de maniobra, y ayudó a impulsar su creciente superioridad en tácticas de combate aéreo”. El as soviético Alexander Pokryshkin (en la fotografía bajo este párrafo), que derribó oficialmente 59 aviones y terminó la guerra como mariscal del aire, también defendió las tácticas Tarán: “Un ataque de embestida es un arma para pilotos con nervios de acero. En la defensa de Moscú, este método fue justamente necesario. A distancias cortas, detrás de la cola de un bombardero enemigo, nuestro caza era invulnerable. Se metía en la zona muerta de fuego enemigo, se acercaba más y le seccionaba una parte de la cola o de un ala”. 


Los que sobrevivieron a los ataques Tarán al comienzo de la guerra pudieron enseñar más tarde a otros pilotos sus tácticas de embestida. Pero un número imposible de calcular no tuvo esa suerte. En los informes oficiales se explicaba que los pilotos sobrevivían si eran capaces de saltar en paracaídas o si se las arreglaban para aterrizar con sus cazas dañados, aunque no se mencionaba que en muchas ocasiones los aviones eran incontrolables después de la colisión con el aparato enemigo y en la mayoría de los casos estaban condenados. Según las cifras oficiales “únicamente” murió el 37% de los pilotos que efectuaron un ataque Tarán. Hubo incluso casos de pilotos que realizaron varias embestidas en el transcurso de un mismo combate aéreo y sobrevivieron para contarlo.

Fuentes:

http://nonsei2gm.blogspot.com.es/2012/12/taran.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Tar%C3%A1n
http://www.forosegundaguerra.com/viewtopic.php?t=3499
http://www.halconesrojos.com/articulos/taran/taran.htm

6 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Lo que no entiendo es cómo estos pilotos podían sentarse en sus asientos con esos cojonazos tan gordos que tenían, macho. Es que estas historias son tremendas. Estupendo post mi teniente.

charlie furilo dijo...

@Mr.Lombreeze: jajajaja... di que si maño. Como era eso que dijo el cabronazo de Stalin: en la Segunda Guerra Mundial, los ingleses pusieron el tiempo (la paciencia o la constancia, no me acuerdo), los americanos el dinero y los soviéticos la sangre...y unos HUEVAZOS como puños, diría yo!!

Unknown dijo...

La táctica suicida, lo es. Y entiendo que una vez acabada la munición y el avión dañado, pero dudo que tras un daño de esta índole el avión sobreviviera mucho tiempo. Parafraseando a Obelix, estos soviets están locos.

http://librosenguerra.blogspot.com.es/

isra dijo...

También lo hicieron los nazis adaptando las V1 con piloto, pero entre que las pruebas no salieron del todo bien y Hitler no estaba muy convencido se descartó.

Y se apuntaron cerca de 300.

charlie furilo dijo...

@Llorenç: y tanto que era suicida. Suponiendo que no murieran en el impacto, al estallar o incendiarse el avión, luego tenían que o bien, conseguir aterrizar indemnes - cosa harto difícil según los daños que hubiera sufrido el aparato - o bien, saltar en paracaídas, y rezar para llegar vivo e ileso al suelo. Decididamente sí, estaban locos.

@Isra: me alegra verte de nuevo por aquí, hacía tiempo que comentabas ¿no?

No sabía lo de las V1 pilotadas, así que gracias por la info. Si había leído algo parecido, también bastante suicida, o cuando menos temerario: el 'Natter', una especie de misil tripulado alemán:

http://es.wikipedia.org/wiki/Bachem_Ba_349

Los japoneses, además de los ataques 'kamikaze' tradicionales, también tuvieron sus bombas tripuladas por pilotos suicidas (las 'Ohkhas'). Aquí lo conté en un post:

http://blitzkrieg2gm.blogspot.com.es/search/label/Jinrai%20Butai

Saludos!!

Anónimo dijo...

Si unos huevos como puños cuando te decian que si te batias en retirada tus camaradas te acribillaban. O cuando los japoneses iban con katana al estilo banzai por fanatismo puro y duro. Para mi los huevazos los tenian aquellos que daban su vida por los demas por cuenta propia no obligados a punta de pistola.