En marzo de 1945, las tropas aliadas habían llegado ya a las orillas del Rin. Para evitar que las vanguardias de los ejércitos americanos, británicos y franceses cruzasen el río, Hitler había dado orden de volar todos los puentes, una vez que los hubieran cruzado las tropas alemanas en retirada.
El general Einsenhower y sus colaboradores en la planificación de la invasión de la Alemania occidental no albergaban ninguna esperanza de encontrar algún puente intacto. Sin embargo, el día 6 de marzo, el 27º Batallón de Infantería Blindada, perteneciente a la 9ª División Acorazada norteamericana, informó a su comandante, el brigadier general William M. Hoge, de que en la pequeña localidad alemana de Remagen, el puente de Ludendorff, construido para el ferrocarril durante la I Guerra Mundial, se encontraba milagrosamente intacto, tal y como pudo comprobarlo el propio Hoge desde una colina cercana, dando cuenta a sus superiores.
Entonces, el general Courtney H. Hodges - comandante del I Ejército de los EE.UU. - emitió órdenes urgentes para avanzar a toda velocidad sobre Remagen y capturar el puente a toda costa, antes de que los alemanes lo dinamitaran. Mientras, en el bando alemán reinaba la confusión. El comandante en la localidad germana, el
teniente Willi Bratge, desconocía que aquella misma noche el mayor Johannes 'Hans' Scheller había recibido el mando de la zona, y tenía intención de mantener abierto el puente el mayor tiempo
posible para permitir la retirada de las tropas alemanas que aún
quedaban en la orilla occidental del Rin (incluyendo equipo pesado, como
tanques y piezas de artillería). El teniente Bratge, en cambio, quería
demolerlo cuanto antes para evitar su captura. El oficial responsable de
preparar la voladura del puente, el capitán Friesenhahn, había
solicitado 600 kilogramos de explosivos de demolición. En su lugar
recibió aquella misma mañana 300 kilos de donarit, un explosivo de uso
civil de relativa escasa potencia utilizado en la minería.
El 7 de marzo, un pelotón del 27º Batallón de Infantería Blindada, al mando del teniente John Grimball, avanzó junto a dos tanques M26 Pershing en veloz carrera hacia el puente Ludendorff. Al pasar por un grupo de casas a las afueras de Remagen, uno de los soldados vio a un anciano trabajando en un jardín. El soldado pensó que se trataba de un miembro del Volkssturm, la milicia nacional compuesta fundamentalmente por ancianos, niños y personas consideradas anteriormente no aptas para prestar servicio militar, que fue movilizada en los últimos días del Tercer Reich para defender Alemania (imagen sobre este párrafo), y que seguramente informaría a sus superiores de que los blindados norteamericanos se dirigían a tomar el puente. Así pues, le disparó tres veces con su fusil, pero el presunto miembro del Volkssturm se agachó a tiempo y esquivó las balas. Como la columna no podía detenerse, no hubo tiempo para realizar más disparos.
Unos años más tarde, el teniente Grimball se enteró de la identidad de aquel jardinero. Era ni más ni menos que Konrad Adenauer (en la fotografía junto a Churchill en 1952), el que sería el primer canciller de la Republica Federal de Alemania (RFA) en 1949 - a la edad de 73 años -, convirtiéndose en el principal artífice de la recuperación económica del país (el llamado "milagro alemán") y que, además, paradójicamente, convertiría a su país en un fiel aliado de Estados Unidos.
Fuentes:
"Las 100 mejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial" de Jesús Hernández
2 comentarios:
Suerte para Alemania la mala punteria del soldado en cuestion,las cosas del destino.
@Jose: cosas del destino, sí, pero también de las prisas por tomar intacto el puente, jejeje.... en cualquier caso, una suerte para Alemania (Occidental)
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