En el verano de 1942, el ejército alemán batallaba en el Frente Oriental con redoblados esfuerzos. Tras la derrota ante las puertas de Moscú en el invierno anterior, la Wehrmacht y sus aliados volvieron a golpear con dureza a las fuerzas del Ejército Rojo en un enorme frente que iba desde el mar Báltico hasta el Cáucaso.En este lugar, la cadena montañosa que da nombre a la raza caucásica, situada al sur de la antigua URSS, se libraron durísimos combates para asegurar los pasos de montaña que permitían a los germanos acceder a las rutas del mar Negro, en el marco de la llamada Operación Fall Blau. Desde ahí, y con la orografía bajo su control, dirigirse hacia los codiciados pozos petrolíferos de la zona no debía ser tarea ardua.
Este terreno fue uno de los más duros para combatir de toda la Segunda Guerra Mundial, con peligrosos combates en cotas superiores a 3.000 metros y desfiladeros con caídas al vacío de más de mil metros, todo ello en un macizo montañoso donde abunda el pórfido, un mineral de color rojizo que destaca por su dureza y resistencia, muy superior a la del granito. Tras los combates en este medio tan inhóspito, los cazadores de montaña alemanes lograron su propósito de asegurar desfiladeros como nombres tan exóticos como Klujor, Sancharo o Alustraju. Al final, consiguieron, tras arriesgadas escaramuzas entre peligrosos precipicios, conquistar el Paso de Bgalar, que conducía directamente a la costa del mar Negro, hacia Sujum.
El 21 de agosto de 1942, un equipo de 23 hombres de las 1.ª y 4.ª Divisiones de Montaña (Gebirgs-Division), conducido por los capitanes Heinz Groth y Max Gämmerler consiguieron alcanzar la cima del monte Elbrus, el pico más alto de Europa con 5.642 metros de altura sobre el nivel del mar. Sobre aquel paraje, los soldados germanos izaron la bandera de guerra del Tercer Reich y las respectivas banderas divisionales, tomando fotografías de la hazaña.Sin embargo, aquella acción distaba mucho de tener valor militar y fue una iniciativa de los propios soldados de montaña alemanes. Los combates por los pasos de montaña se libraban 2.000 metros más abajo, y el coronar la cima respondía más bien al espíritu aventurero de aquellos alpinistas.
Cuando la noticia llegó a Berlín, todo el mundo se felicitó por la conquista de los puntos estratégicos en el Cáucaso, sin embargo, Hitler montó en cólera cuando se enteró que sus cazadores de montaña se dedicaban al alpinismo en vez de a combatir contra las tropas de la Unión Soviética.No obstante, el Führer se vería obligado a cambiar de opinión a la luz de los acontecimientos posteriores. Joseph Goebbels, el astuto y siniestro Ministro de Propaganda nazi, supo ver de inmediato el valor propagandístico que podían tener las imágenes de la bandera del Tercer Reich ondeando triunfante en la cumbre del citado monte. Así pues, las fotografías de los sufridos cazadores de montaña en la cima del Elbrus fueron ampliamente difundidas por todos los periódicos y revistas del país como símbolo del entonces imparable avance de la Wehrmacht.
Hitler, encolerizado al principio con la acción de sus tropas alpinas, tuvo que cambiar de opinión al ver el entusiasmo y orgullo que, imágenes como ésta - o las que llegaban desde las arenas del desierto norteafricano con el Afrika Korps en ruta hacia El Cairo - provocaban en el pueblo alemán, que veía a sus soldados como imparables máquinas de conquistar que extendían el dominio del Tercer Reich por escenarios que hasta entonces sólo conocían por los libros y las películas de aventuras. Sin embargo, ese verano de 1942 sería el último en el que los alemanes podrían soñar con esta hazañas y con el final victorioso de la guerra; entres los meses de octubre y noviembre de 1942, las tropas de Montgomery derrotaban a las de Rommel en la batalla de El Alamein, comenzando el principio del fin del Afrika Korps. Meses después se decidió el destino de la guerra en una ciudad rusa a orillas del Volga: Stalingrado.
Fuentes:
"Las 100 mejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial" de Jesús Hernández
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