"El campo de batalla ofrecía una lúgubre visión. Había enormes depósitos de munición sin usar y aquí y allá montones de minas terrestres. Cadáveres de soldados polacos y alemanes, a veces enredados en un abrazo mortal, yacían por todas partes, y el aire estaba cargado del hedor de los cuerpos pudriéndose. Había blindados volcados con las orugas rotas y otros parados como si estuvieran listos para un ataque, con sus cañones apuntando aún hacia el Monasterio. Las laderas de las colinas, especialmente donde el fuego había sido menos intenso, estaban cubiertas de amapolas en número increíble, sus flores rojas eran extrañamente apropiadas para la escena...Los cráteres de las explosiones llenaban las laderas de las colinas, y esparcidos sobre ellos había fragmentos de uniformes, cascos, subfusiles Tommy y Schmeisser, ametralladoras Spandau y granadas de mano. Del Monasterio apenas quedaba un enorme montón de ruinas y escombros, con algunas columnas rotas aquí y allá. Sólo el muro occidental, sobre el que ondeaban las dos banderas, estaba aún en pie. Una campana de iglesia rajada yacía en el suelo al lado de un proyectil de gran calibre sin estallar y en paredes y techos destrozados podían verse fragmentos de pinturas y frescos. Obras de arte de valor incalculable, esculturas, grabados y libros yacían entre el polvo y el enlucido roto".
El General Wladyslaw Anders, comandante del II Cuerpo de Ejército Polaco, describe el escenario de la Batalla de Monte Cassino tras la victoria aliada (20 de mayo de 1944)
Fuente: "La Batalla de Monte Cassino" de Matthew Parker
Fuente: "La Batalla de Monte Cassino" de Matthew Parker
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