
Durante la milagrosa evacuación, Bill Lacey dejó su sitio a un compañero herido: “Ví al último de los barquitos zarpar sin mí y supe que no había ninguna esperanza de que hubiera alguno más que regresara” dijo Lacey en una entrevista el año pasado. Sin medio de transporte el soldado de 20 años robó ropas de civiles y se internó en la Francia ocupada por los nazis donde sin uniforme se exponía a ser capturado y tratado como espía. "Tuve que aprender a permanecer vivo de la misma forma en que lo haría un animal salvaje. Mi único pensamiento era sobrevivir de un día a otro.” Lacey robaba comida y comía vegetales crudos e incluso ruibarbo. “Cada vez que veía salir el Sol me decía que estaba ganando”.
Tras cuatro meses de supervivencia durante los que Lacey llegó a pesar 42 kilos, el soldado británico tuvo la gran fortuna de poder robar una barca y atravesar el Canal de la Mancha hasta Dover. Pero una vez en suelo británico nadie creyó su historia y fue encarcelado acusado de ser un espía alemán. Sin embargo la diosa Fortuna seguía de su parte y el soldado británico fue liberado después de que un periódico francés confirmara su historia. Había nacido la leyenda del último soldado de Dunkerque en regresar a casa pero el gobierno británico le prohibió contarle su historia a nadie.
Tras su periplo francés Lacey fue admitido en las Fuerzas Especiales y durante los años siguientes siguientes dió la vuelta al mundo en innumerables misiones para el Gobierno de Su Majestad, como la que le llevó a Jersey en pos de un general alemán. En 1964 se retiró como Sargento y empezó a trabajar com cartero en la localidad de Portchester.
Nadie conocía su heroicas experiencias durante la guerra hasta que un documental en el año 2000 desveló su pasado. “Realmente nuestro abuelo nunca habló mucho sobre la guerra” declaró Dan, su orgulloso nieto de 39 años. “Era un hombre muy reservado y consideraba sus experiencias bélicas como secretas. Estuvo involucrado en un montón de operaciones encubiertas. Ocasionalmente mencionaba cosas que había hecho y siempre eran sorprendentes. Sabíamos que tenía una historia que contar (…) Estamos muy orgullosos de él. Sus experiencias en Dunkerque marcaron su vida y su historia de supervivencia es una inspiración para toda la familia. Para nosotros siempre será un auténtico héroe.”
--- El criminal de guerra croata Milivoj Asner, acusado en su país de origen de ser cómplice de la muerte violenta de cientos de serbios, judíos y gitanos durante la Segunda Guerra Mundial, murió el pasado 14 de junio a los 98 años de edad en Austria, en la residencia de ancianos donde vivía.
Asner formó parte de las fuerzas del movimiento fascista croata Ustasha, no llegó a ser extraditado a Croacia, donde habría sido juzgado por una serie de asesinatos y deportaciones en la ciudad de Pozega, porque los médicos decían que su estado de salud (tenía demencia senil) no lo permitía.
El Centro Simon Wiesenthal, una organización con sede en Los Ángeles (Estados Unidos) que defiende los derechos de los judíos, ha criticado la forma en que las autoridades austriacas han gestionado el caso: "Austria es un paraíso para los nazis. El caso de Asner lo pone de manifiesto una vez más y confirma el total fracaso de las autoridades judiciales austriacas a la hora de abordar adecuadamente el tema de los crímenes de guerra cometidos por los nazis durante las tres últimas décadas".
En Austria existe desde hace tiempo un debate sobre si los austriacos fueron víctimas o cómplices del nazismo. Esta cuestión sigue siendo muy delicada en el país, que fue anexionado por la Alemania nazi en 1938.
Estados Unidos y organizaciones judías de todo el mundo han pedido en varias ocasiones que el gobierno de Lituania llegue a un acuerdo sobre las compensaciones a este colectivo, aunque algunas propiedades ya habían sido devueltas a sus legítimos dueños. "Con esta ley demostramos buena voluntad y comprendemos la tragedia de la comunidad judía sufrida durante el Holocausto", declaró el primer ministro lituano, Andrius Kubilius.


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