¡¡Compañíaaaaaa!! ¡¡Fiiiiirmes!! ¡¡Presenteeeeen armas!! Caballeros, descansen. Aprovechando que hace escasos días le dedicaba un post al Ejército Imperial Japonés, me complace dejarles una nueva entrega de esta sección del blog en la que se da un amplio repaso a sus uniformes a lo largo de las distintas campañas en las que combatieron durante la Segunda Guerra Mundial (China, Manchuria, Filipinas, Nueva Guinea, Birmania...). ¡¡Rompan filas!!:
miércoles, 26 de junio de 2013
jueves, 20 de junio de 2013
Apocalipsis en el Puerto de Bombay
A comienzos de 1944, los japoneses, presionados por el avance de las tropas norteamericanas en el Pacífico, se encontraban atrincherados en sus guarniciones o en franca retirada en la mayoría de frentes, pero decidieron lanzar una ofensiva contra la India desde sus bases en Birmania ("Operación U-Go"). Los británicos comprendieron que ése era un momento crucial para la defensa de la perla de su imperio, pues si los japoneses lograban rebasar sus posiciones defensivas, no tendrían ningún obstáculo para avanzar por las llanuras del golfo de Bengala y apoderarse del puerto de Calcuta, y si eso sucedía, los ingleses tendrían los días contados en la India. Por eso, el gobierno británico, decidido a prestar todo el apoyo necesario para las tropas destacadas en la zona, envió numerosos buques cargados con municiones, armamento, provisiones y todo tipo de material necesario para sostener el esfuerzo bélico en la India.
Uno de esos barcos era el SS Fort Stikine (en la imagen sobre estas líneas), un mercante de la clase Liberty - idéntico al que provocó la catástrofe en el puerto de Bari, que os relataba no hace mucho -, que había partido de Liverpool el 24 de febrero de 1944 rumbo a Bombay con un cargamento consistente en 1.400 toneladas de explosivos (torpedos, minas, municiones...) y alimentos, así como 12 cazas Supermarine Spitfire, desmontados y embalados, junto a repuestos de aviación. También transportaba varias cajas de lingotes de oro por valor de 2 millones de libras, destinadas a apoyar el valor de la rupia india y mantener las tasas de cambio, afectadas por la economía de guerra. Tras un viaje sin incidentes a través del estrecho de Gibraltar, el Mediterráneo, el canal de Suez y el océano Indico, arribó a Karachi (Pakistán) donde descargó los Spitfire, y añadió a sus bodegas un cargamento de balas de algodón.
El SS Fort Stikine llegó a Bombay el 12 de abril de 1944 y quedó amarrado en uno de los muelles de dicho puerto a la espera de ser descargado. Parece ser, que el capitán del buque, incumpliendo las más elementales normas internacionales de navegación, no comunicó a las autoridades portuarias la peligrosa naturaleza de la carga, y atracó junto a otros mercantes en el muelle y no en un apartadero. Hacia las 14:00 horas del 14 de abril la tripulación dio la alarma de incendio en las bodegas del SS Fort Stikine, al parecer por un fuego originado en el cargamento de algodón (aunque fue imposible determinar la fuente del incendio debido a la densidad del humo). A pesar de que los bomberos arrojaron toneladas de agua dentro del mercante, el fuego fue imposible de controlar. A las 15:50 horas se dio orden de abandonar el barco, y poco después, a las 16:06 se produjo una gigantesca explosión que partió en dos el carguero y llegó a romper cristales de ventanas a una distancia de 12 kms. La explosión fue de tal magnitud que incluso llegó a ser detectada por un sismógrafo emplazado en el norte del país. El fuego lo arrasó todo en un radio de 800 metros, extendiéndose a los demás buques amarrados en los muelles, así como a las instalaciones portuarias.
Instantes después de la explosión 11 buques dentro del puerto estaban hundidos o yéndose a pique. El personal de emergencia había sufrido muchas bajas (dos brigadas de bomberos habían quedado aniquiladas), y si ya entonces la lucha contra el fuego era enormemente difícil, la situación empeoró todavía más cuando a las 16:34 horas se produjo una segunda explosión.
Se tardaron 3 días en controlar el gigantesco incendio y fueron necesarios más de 8.000 hombres para retirar las más de 500.000 toneladas de escombros y poder reabrir el puerto, trabajos que se prolongaron durante 7 meses. Un total de 27 barcos resultaron hundidos o dañados y el coste en vidas humanas, según cifras oficiales, ascendió a casi 800 muertos, entre marineros, trabajadores del puerto y civiles, más unos 1.800 heridos. Otras estimaciones consideran que el número de muertos fue mucho mayor (1.200 o 1.500), y alrededor de 2.500 heridos.
La metralla provocada por la explosión y el gigantesco incendio afectaron también a la ciudad de Bombay, y muchas familias perdieron sus casas y todas sus pertenencias.
Sin embargo, irónicamente, muchos recuerdan este triste episodio como “el día que llovió oro”. Muchos lingotes de oro de los que transportaba el SS Fort Stikine en sus bodegas salieron despedidos por la explosión y cayeron sobre la ciudad. Uno de los primeros en ser recuperado fue entregado por un ingeniero jubilado llamado Burjorji Motiwala. El lingote, que había caído sobre su azotea, tenía un valor de 90.000 rupias. El señor Motiwala recibió una recompensa de 999 rupias, que donó al fondo de ayuda a los afectados por el desastre. Hasta la década de los 70 era habitual recuperar lingotes de oro durante los trabajos de dragado del puerto. De hecho, en febrero de 2011 dos trabajadores del puerto de Bombay, que trabajaban en la construcción de un muelle, encontraron sendos lingotes de oro (podéis leer la noticia aquí).
Pese a la enorme magnitud de la tragedia, los británicos optaron por silenciar el incidente, decretando un apagón informativo casi total, y lo cierto es que nunca se llevó a cabo una investigación de las causas de la catástrofe, dando lugar a todo tipo de especulaciones (incluido un posible sabotaje por activistas a favor de la independencia india del imperio británico).
"100 Historias Secretas de la Segunda Guerra Mundial" de Jesús Hernández
http://nonsei2gm.blogspot.com.es/2010/04/la-catastrofe-del-fort-stikine.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Bombay_Explosion_(1944)
http://www.flickr.com/photos/haligo/sets/72157632932414292/detail/
miércoles, 19 de junio de 2013
Citas de Cine (14)
Coronel Nicholson (Alec Guinness) - "El Puente sobre el río Kwai" (1957) de David Lean
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"¿Tus nervios? ¡Tú sólo eres un maldito cobarde! ¡Cállate! ¡No quiero ver a un cobarde lloriqueando ante estos valientes heridos en batalla! ¡¡Cállate!! ¡No admita a este perro cobarde! ¡¡No le ocurre nada!! ¡No quiero que ningún malnacido que tenga miedo contamine este lugar de honor! Vas a volver al frente, amiguito. Puede que te hieran y quizás incluso te maten, ¡¡pero vas a ir a luchar!! De lo contrario te pondré frente al pelotón de fusilamiento. ¡¡Debería dispararte yo mismo, maldito llorón!! ¡¡¡Sacadle de aquí!!! ¿Lo oyes bien? ¡¡¡A luchar!!! ¡¡¡Asqueroso cobarde!!!."
General George S. Patton (George C. Scott) - "Patton" (1970) de Franklin J. Schaffner
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"Mi propósito era destruir la Flota Americana del Pacífico y su base inmediatamente después de la declaración de guerra a fin de acabar con el espíritu combativo de aquel país. Sin embargo, según la radio americana el ataque a Pearl Harbor tuvo efecto 55 minutos antes de que el ultimátum japonés fuese presentado en Washington. Dada la idiosincrasia del pueblo americano no imagino otro acto que pudiera enfurecerlos más. Me temo que no hemos hecho otra cosa que despertar a un gigante dormido y obligarle a tomar una terrible resolución".
Almirante Isoroku Yamamoto (Sô Yamamura) - "Tora! Tora! Tora!" (1970) de Richard Fleischer, Kinji Fukasaku y Toshio Mashuda
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Almirante Isoroku Yamamoto (Sô Yamamura) - "Tora! Tora! Tora!" (1970) de Richard Fleischer, Kinji Fukasaku y Toshio Mashuda
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"Sospecho que ha estado matando a judíos ricos. No hay nada de malo en eso, pero por lo visto ha saqueado los cadáveres y se ha quedado con los objetos de valor. La omisión en la entrega de propiedades al Reich conlleva la pena de muerte. Abra esa caja"
General Käutner (Christian Berkel) - "El Libro Negro" (2006) de Paul Verhoeven
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martes, 18 de junio de 2013
El Ejército Imperial Japonés
El Ejército Imperial Japonés del período de 1931 a 1945 era una combinación extraña: una fuerza moderna, bien entrenada y armada, pero imbuida de las tradiciones antiguas y cerradas de un pueblo que acababa de salir de siglos de un autoimpuesto aislamiento del mundo moderno. Las contradicciones de la sociedad japonesa se reflejaban en sus fuerzas armadas, que abrazaban cualquier avance tecnológico militar pero seguían ancladas en las costumbres de una sociedad medieval, esencialmente feudal. Estas contradicciones crearon un ejército que era un enigma para la mayoría de los observadores extranjeros, un ejército que fue fatalmente malinterpretado y menospreciado por sus enemigos en los primeros compases de la guerra, pero que al mismo tiempo fue terriblemente vulnerable a ellos en cuanto mostró sus peculiares debilidades.
La adaptabilidad, las tácticas agresivas, el valor fanático y la obediencia ciega del soldado japonés iban a dar a ese ejército una victoria tras otra durante la guerra contra China en la década de 1930 y en las ofensivas relámpago contra las fuerzas estadounidenses, holandesas, británicas y de la Commonwealth en Asia y el Pacífico en 1941-1942. Sin embargo, estas cualidades humanas no bastaron cuando se enfrentaron al poderío económico, militar e industrial y a la cultura bélica verdaderamente moderna de EE.UU. Desde la perspectiva de hoy, puede decirse que el Ejército Imperial Japonés iba ya camino de la derrota cuando empezó a conseguir sus primeras y espectaculares victorias en diciembre de 1941.
A mediados de 1942, las fuerzas armadas imperiales japonesas habían expandido enormemente el Imperio en una espectacular campaña de conquista de 6 meses. Pero casi desde el mismo momento en que cesó su avance por el Pacífico se vieron obligadas a defender sus ganancias frente a las contraofensivas aliadas, que al principio fueron lentas y débiles pero fueron ganando en potencia y confianza. Fue una defensa para la que Japón estaba preparado en el plano táctico, no así en el estratégico. Tras unos reveses iniciales se estableció una Esfera de Defensa Nacional Absoluta que incluía Birmania, Malasia, las Indias Orientales, Nueva Guinea occidental y las islas Carolinas, Marianas y Kuriles. Durante los 3 años siguientes, los japoneses iban a defenderla con una determinación feroz que sorprendió a sus enemigos, pero con un resultado final incuestionable.
Tanto había conquistado el ejército nipón que ahora se hallaba desplegado en el extremo de unas líneas de suministro extraordinariamente largas. El sistema logístico japonés era inadecuado - e incluso primitivo - a todos los niveles, pero los planes del alto mando para defender un perímetro tan inmenso no parecieron tener esto en cuenta. Con sus fuerzas dispersas en el extremo de unas largas líneas de suministro, amenazadas cada vez más por la supremacía aérea y naval aliada, Japón careció de los medios y el material para abastecer y reforzar sus guarniciones, y los efectos de las escaseces estratégicas de todo tipo empezarían a dejarse sentir entre la población japonesa ya en 1942. El Imperio quedó abrumado por la capacidad de EE.UU. de producir cañones, carros de combate, buques y aviones, y de tripularlos. Japón por su parte carecía de la base industrial necesaria para mantener a sus desperdigadas fuerzas armadas y reemplazar las enormes pérdidas sufridas. En el último año de la guerra, la producción japonesa se vio reducida drásticamente por los bombardeos aéreos aliados. Por ejemplo, en 1940 se fabricaron 1.023 carros de combate, por sólo 94 en 1945, y de modelos totalmente obsoletos.
La disparidad entre la producción de guerra de EE.UU. y Japón queda de manifiesto en una estadística extraordinaria: por cada soldado japonés en el Pacífico había 1 kg. de material, mientras que por cada estadounidense había 4 toneladas. Otro dato: ya en 1941, la producción de aviones estadounidense era 4 veces mayor que la japonesa, una brecha que se iría ampliando de forma imparable. Sin embargo, el carácter único de la milicia japonesa le permitió desafiar esas condiciones tan negativas. Aunque sus fieras batallas defensivas no lograron otra cosa que enormes pérdidas humanas, todavía había 2 millones de soldados dispuestos a defender las islas metropolitanas de la invasión aliada cuando el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945, convencieron finalmente al gobierno imperial de la futilidad de seguir resistiendo. Aún así, un grupo de oficiales planeó, sin éxito, sabotear la alocución de rendición del emperador Hirohito.
Para mediados de 1942, el Ejército Imperial Japonés se había ganado la reputación de invencible entre las conmocionadas tropas aliadas, pero en cuanto éstas empezaron a contraatacar - en Guadalcanal y Nueva Guinea - salieron a la luz las deficiencias de dicho ejército y se aprendió a explotarlas. La mayoría de los comandantes japoneses carecían de imaginación más allá de la doctrina de atacar a toda costa: cuando el ataque fallaba, tendían a repetir el intento hasta que sus tropas quedaban diezmadas. En una sociedad fuertemente jerarquizada, el cuerpo de oficiales temía quedar desacreditado si reconocía dificultades, por lo que sus informes tendían a ser optimistas en exceso. Los mandos daban órdenes, pero se tomaban pocas molestias en supervisar su ejecución.
A diferencia de los ejércitos occidentales, el japonés apenas progresó en cuanto a mecanización. Sus unidades siguieron siendo esencialmente fuerzas de infantería apoyadas por artillería media y cuyo transporte seguía dependiendo de caballos y mulas. El ejército nipón andaba escaso de artillería pesada y era incompetente en su uso, pues se ponía todo el énfasis en el apoyo inmediato a la infantería. En esto, como en el uso de los carros de combate, los Aliados le ganaron rápida y decisivamente la partida. Pese al éxito de las unidades blindadas en Malasia a principios de 1942, los tanques fueron dispersados para dar apoyo a la infantería, un poco como si fuesen fortínes móviles (cada división de infantería Tipo A - es decir, la "reforzada" -, solía tener una unidad de carros de combate). Existía poco interés en el uso independiente de masas de carros como medios medios de maniobra (de hecho la primera división acorazada no se formó hasta 1942, y durante la guerra sólo habría un total de 4). Sin embargo, se potenció un tipo de carros de combate que sacrificaban el blindaje y la potencia del armamento en aras de la liviandad y la velocidad, por lo que resultaron extremadamente vulnerables. La calidad de la mayoría del material bélico aliado mejoró sin pausa, mientras que la del japonés se mantuvo mayormente en sus niveles de la década de 1930; en el orden cuantitativo, las diferencias se hicieron enormes.
La planificación y ejecución logística fue mala desde el principio: en el invierno de 1942-43, en Nueva Guinea, decenas de miles de soldados fueron más o menos abandonados a su suerte, y no sería la última vez. Existía una fuerte rivalidad entre el Ejército y la Marina Imperial, lo que tenía unas consecuencias nefastas en unas campañas en las que la cooperación interarmas era vital. La superioridad aérea japonesa de 1941-1942 empezó a ser disputada enseguida, y luego doblegada. Frente al avance estadounidense por el Pacífico, el Alto Mando Japonés fue incapaz de formular una estrategia más prometedora que la de atrincherarse, conservar el territorio hasta el último hombre e infligir al enemigo el mayor número de bajas posibles. Para la mentalidad occidental, ello era fruto de la desesperación, pero para la japonesa, la muerte honorable por el emperador era un premio.
El Ejército Imperial Japonés poseía importantes cualidades tácticas que puso en práctica casi hasta el final. El enemigo más temible es el soldado al que no le importa morir o seguir vivo, y esta cultura permeó en todas las fuerzas imperiales. Los Aliados descubrieron que era casi imposible tomar prisioneros japoneses: "la muerte antes que la rendición" era un principio genuino y no sólo un eslogan. Cuando se quedaban sin posibilidad de seguir resistiendo, se mataban en sus pozos de tirador, sus cuevas, fortines o búnkeres, o se inmolaban en suicidas cargas banzai o arrojándose bajo los tanques con una granada. Antes de 1945, el escaso número de prisioneros hecho entre fuerzas japonesas derrotadas - sobre todo heridos, de entre los miles de muertos en el campo de batalla - no incluía ningún oficial de graduación superior a la de comandante. En consecuencia, en todos los campos de batalla, cada posición japonesa tenía que tomarse individualmente, con fuego de artillería seguido de carros, ametralladoras, cargas explosivas, lanzallamas y granadas de mano. Ello era muy costoso en vidas estadounidenses y no sorprende que, después de haber experimentado este tipo de combate, pocos infantes aliados se tomasen demasiadas molestias en hacer prisioneros japoneses.
Las posiciones de campaña que los japoneses defendían hasta la muerte solían ser numerosas, bien emplazadas y de sólida construcción. Su talento para el camuflaje era de primer orden, y su disciplina de fuego, excelente. Habían aprendido de sus errores. En Tarawa fortificaron todo el perímetro de la isla, por lo que cuando los norteamericanos desembarcaron en el lado opuesto al más esperado, una gran parte del plan defensivo se vino abajo, pues no existía un reducto central desde el que lanzar contraataques en todas direcciones. En Peleliu y en adelante se aplicó esa lección: la mayor parte de guarniciones estaban desplegadas en amplios y complejos sistemas tierra adentro formados por emplazamientos de armas, búnkeres profundos, túneles interconectados y cuevas naturales optimizadas. Aunque básicamente defensivas, las tácticas japonesas implicaban siempre contraataques inmediatos y desesperados para retomar el terreno perdido. Los soldados japoneses eran valientes, disciplinados y tenaces, y muy hábiles en la lucha nocturna, la infiltración, el engaño, las trampas y las emboscadas.
Dado el escaso valor que se daba a la vida del soldado japonés, no es extraño que éste tuviese en una estima aún menor la de los extranjeros. Entrevistas a veteranos han confirmado que era habitual que, al llegar a una unidad en el frente chino, el soldado fuese obligado a demostrar su obediencia y su espíritu matando a bayonetazos a un prisionero o campesino chino (o, si el recién llegado era un oficial, decapitándolo con su espada). Espoleados por sus mandos, estos soldados embrutecidos - producto de una sociedad que se vanagloriaba de su superioridad racial - trataron a los civiles de los territorios conquistados con una crueldad medieval. En China, la pesadilla de los ataques guerrilleros desembocó en la aplicación de la política oficial de los "tres todos": "quemadlo todo, cogedlo todo, matadlo todo". Tampoco sorprende que veteranos de China siguiesen comportándose de la misma forma cuando fueron transferidos al sur para "liberar" a otras razas asiáticas, en especial cuando las deficiencias de su sistema logístico los dejó a expensas de lo que pudiesen requisar.
Fuentes:
Osprey: Soldados de la II Guerra Mundial: "El Ejército de Kwantugn y la expansión japonesa" de Philip Jowett
Osprey: Soldados de la II Guerra Mundial: "Los Comandos Suicidas y otras unidades japonesas" de Philip Jowett
Dado el escaso valor que se daba a la vida del soldado japonés, no es extraño que éste tuviese en una estima aún menor la de los extranjeros. Entrevistas a veteranos han confirmado que era habitual que, al llegar a una unidad en el frente chino, el soldado fuese obligado a demostrar su obediencia y su espíritu matando a bayonetazos a un prisionero o campesino chino (o, si el recién llegado era un oficial, decapitándolo con su espada). Espoleados por sus mandos, estos soldados embrutecidos - producto de una sociedad que se vanagloriaba de su superioridad racial - trataron a los civiles de los territorios conquistados con una crueldad medieval. En China, la pesadilla de los ataques guerrilleros desembocó en la aplicación de la política oficial de los "tres todos": "quemadlo todo, cogedlo todo, matadlo todo". Tampoco sorprende que veteranos de China siguiesen comportándose de la misma forma cuando fueron transferidos al sur para "liberar" a otras razas asiáticas, en especial cuando las deficiencias de su sistema logístico los dejó a expensas de lo que pudiesen requisar.
Fuentes:
Osprey: Soldados de la II Guerra Mundial: "El Ejército de Kwantugn y la expansión japonesa" de Philip Jowett
Osprey: Soldados de la II Guerra Mundial: "Los Comandos Suicidas y otras unidades japonesas" de Philip Jowett
jueves, 13 de junio de 2013
Testimonios de la 2ª Guerra Mundial (37)
"Todas las carreteras estaban llenas de ancianos, mujeres y niños, grandes familias, avanzando lentamente hacia el oeste en carros, en automóviles o a pie. Nuestras tropas de tanques, de infantería, de artillería y de transmisiones los alcanzaron y despejaron el camino para poder pasar echando a la cuneta o a uno y otro lado del camino sus caballos, carretas y en general todas sus pertenencias. Luego miles de ellos obligaron a los ancianos y a los niños a echarse a un lado. Olvidando su honor y lo que era su deber y olvidándose también de las unidades alemanas en retirada, se abalanzaron sobre las mujeres y las niñas (...)
Las mujeres, las madres y sus hijas, están tumbadas a derecha e izquierda de la carretera, y delante de ellas hay una pandilla de hombres riendo con los pantalones bajados. A las que ya están cubiertas de sangre y han perdido el conocimiento se las llevan a rastras a un lado. A los niños que han intentado ayudarlas les han pegado un tiro. Se oyen risas, bramidos y burlas, gritos y gemidos. Y los mandos de los soldados - comandantes y tenientes coroneles - están ahí, de pie en medio de la carretera. Algunos ríen, pero otros dirigen las operaciones de modo que todos sus soldados sin excepción puedan tomar parte en ellas.
No es un rito de iniciación, y no tiene nada que ver con la venganza contra los malditos ocupantes, es simplemente una diabólica manifestación de sexo en grupo. Pone de manifiesto una absoluta falta de control y la lógica brutal de una multitud enloquecida. Yo estaba aturdido en la cabina de nuestro camión de tonelada y media de capacidad, mientras mi chófer, Demidov, estaba en una de las colas. Pensé en la Cartago de Flaubert. El coronel, que se había limitado a dirigir las operaciones, no pudo resistir la tentación y se puso en una de las colas, mientras que el comandante mataba a tiros a los testigos, niños y ancianos que estaban histéricos."
Leonid Radichev, teniente radiotelegrafista del XXXI Ejército soviético, describe las atrocidades cometidas por el Ejército Rojo en Prusia Oriental (enero 1945)
Fuente:
"La Segunda Guerra Mundial" de Antony Beevor
miércoles, 12 de junio de 2013
Citas Célebres de la 2ª Guerra Mundial (63)
"Oficiales, suboficiales y soldados de la Fuerza Imperial Australiana: estos grandes días que vivimos son más un tiempo de hechos que de palabras, pero cuando se han realizado grandes hazañas no hace daño hablar de ellas. Y se han realizado grandes hazañas.
La Batalla de El Alamein ha hecho historia y ustedes están en la envidiable situación de haber tenido una participación muy importante en dicha gran victoria. Su reputación de combatientes se ha hecho famosa, pero no creo que jamás hayan luchado con mayor valentía o distinción que durante esta batalla.....
Hay por delante una lucha dura e implacable antes de que lleguemos a la victoria final y aún se debe combatir sin tregua. En el flujo y el cambio continuo de la guerra, también cambian los individuos. Algunos vendrán; otros se irán. Las formaciones pasarán de uno a otro escenario y no sé dónde estarán ustedes cuando tengan lugar las próximas batallas. Pero estén donde estén, siempre estarán presentes en mi corazón y seguiré con interés su suerte y con admiración sus éxitos. Hay un hecho que recordaré por encima de todo: que bajo mi mando combatió la 9ª División Australiana."
General Harold Alexander - Comandante en Jefe de las tropas británicas en Oriente Medio (Middle East Command), durante el discurso de despedida a la 9ª División de Infantería Australiana, retirada del frente y devuelta a su país tras la victoria en El Alamein (Aeropuerto de Gaza, 22 diciembre 1942)
martes, 11 de junio de 2013
Roosevelt y el Mapa de la Sudamérica Nazi
A mediados de 1941, el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt era un firme partidario de entrar en la Segunda Guerra Mundial. Su aliado natural, Gran Bretaña - con quién había firmado la Ley de Préstamo y Arriendo en marzo de 1941 para el suministro de grandes cantidades de material bélico -, resistía a duras penas los embates de las fuerzas del Eje, mientras que su aliado circunstancial, la URSS, parecía estar al borde del colapso en los primeros compases de la Operación Barbarroja, con las tropas de la Wehrmacht y sus aliados, avanzando rápida e inexorablemente por el interior del territorio soviético. Mientras tanto, en el Pacífico, las ansias imperialistas y expansionistas de Japón amenazaban seriamente la esfera de influencia estadounidense.
Roosevelt se encontraba con la dificultad de vencer las reticencias de sus compatriotas a entrar en la contienda. Aún estaba fresco el recuerdo de la intervención estadounidense en la Gran Guerra, y estaba muy presente que aquella acción no había servido para sellar una paz definitiva en el viejo continente. Así pues, los norteamericanos, por regla general, preferían mantener una posición aislacionista. Pero el presidente estaba decidido a que los EE.UU. entrarán en la guerra. Con el fin de ir preparando a la opinión pública, el 27 de octubre de 1941, con motivo del "Día de la Armada", pronunció un discurso en que se pudieron escuchar estas palabras: "Hitler ha dicho en muchas ocasiones que sus planes de conquista no se extienden a través del océano Atlántico. Pero yo tengo en mi poder un mapa secreto, hecho en Alemania, por su gobierno, que muestra sus planes para un nuevo orden mundial. Es un mapa de Sudamérica y parte de América Central y de como Hitler pretende reorganizarlas. El mapa, amigos míos, deja claro no solo el destino que los nazis desean para Sudamérica, sino también para los EE.UU."
El mapa en cuestión era el que podéis ver sobre estas líneas. En él se podía observar como los alemanes habían diseñado las nuevas fronteras que tendría America del Sur una vez que hubiera caído en sus manos. Ese mapa, ampliamente difundido por la prensa, mostraba el siguiente título: "Luftverkehrsnetz der Vereinigten Staaten Süd-Amerikas-Hauptlinien", es decir, "Rutas Aéreas en los Estados Unidos de América del Sur - Líneas Principales". En él puede verse como Sudamérica está dividida en sólo 5 países: Argentinien, Brasilien, Chile, Guyana y Neuspanien. El resto de países quedaba repartido entre ellos. Guyana englobaría las 3 guyanas - francesa, británica y holandesa - y estaría tutelada por el gobierno colaboracionista de Vichy. Nueva España estaría integrada por Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá (por tanto, el canal de Panamá, bajo la soberanía de EE.UU. pasaría a encontrarse bajo dominio alemán). Chile, por su parte, se anexionaría Perú y una parte de Bolivia. Un detalle curioso es que Chile quedaba cortado a la altura del puerto de Antofagasta para permitir una salida al océano Pacífico a Argentina, que por su parte, vería ampliado su territorio con Uruguay, Paraguay y las británicas Islas Malvinas. Finalmente, Brasil se anexionaba la parte de Bolivia que no había quedado bajo dominio chileno.
Obviamente, este plan suponía una clara amenaza para los intereses norteamericanos, e incluso el nombre elegido por los alemanes - Estados Unidos de América del Sur - suponía en cierto modo una provocación. La existencia de ese mapa, supuestamente arrebatado a un espía alemán en Buenos Aires tras sufrir un accidente de tráfico, demostraba que Hitler albergaba planes de expansión en el continente americano. Según Roosevelt, esos nuevos países - a excepción de Guyana -, no serían más que estados satélites de la Alemania nazi, gobernados por un Gauleiter, tal y como sucedía en Europa, con Polonia o Checoslovaquia.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, en 1985, dos investigadores, John F. Bratzel y Leslie B. Rout, descubrieron que el célebre mapa no era más que una falsificación confeccionada por los servicios secretos británicos con la intención de arrastrar a los Estados Unidos a la guerra en un momento en que el Reino Unido necesitaba desesperadamente su apoyo, así como para provocar una disminución del apoyo al Tercer Reich en algunos países sudamericanos y un incremento de la colaboración con el poderoso vecino del norte, el único que podía garantizar que los nazis se mantuvieran alejados.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, en 1985, dos investigadores, John F. Bratzel y Leslie B. Rout, descubrieron que el célebre mapa no era más que una falsificación confeccionada por los servicios secretos británicos con la intención de arrastrar a los Estados Unidos a la guerra en un momento en que el Reino Unido necesitaba desesperadamente su apoyo, así como para provocar una disminución del apoyo al Tercer Reich en algunos países sudamericanos y un incremento de la colaboración con el poderoso vecino del norte, el único que podía garantizar que los nazis se mantuvieran alejados.
Fuentes:
"100 Historias Secretas de la Segunda Guerra Mundial" de Jesús Hernández
viernes, 7 de junio de 2013
Humor en Tiempos de Guerra: Jugando con las Siglas (2)
--- Los tanques anfibios Sherman DD (Duplex Drive), eran llamados así, porque disponían de una doble hélice junto al motor principal, que estaba dotada de movilidad para poder corregir el rumbo. Usaba como flotador una cubierta de lona o toldo resistente al agua de 9 pies con 36 pequeños compartimentos estancos sujetos con puntales plegables de metal y que envolvía por completo el casco del tanque. Además de los dos propulsores o hélices - que en condiciones de navegación normales le permitían navegar a una velocidad de unos 5 nudos -, estaba equipado con una brújula y un periscopio, ya que en su recorrido por el mar, el DD quedaba prácticamente sumergido por debajo de la línea de flotación saliendo solo del agua parte de la cubierta de lona, confiriéndole la apariencia de un inusual cochecito de bebé (como se aprecia en la imagen inferior). Una bomba de achique con capacidad de 15 galones por minuto aseguraba la estanqueidad del compartimento.
Debían ser lanzados desde las lanchas LCT (Landing Craft Tank) desde una distancia no superior a 2.700 metros. Una vez el DD alcanzaba la orilla, el toldo se desprendía del tanque (en la fotografía sobre estas líneas) y operaba como cualquier carro de combate prestando cobertura y apoyo de artillería a la infantería. Los soldados aliados, utilizando sus siglas DD, los llamaban jocosamente tanques "Donald Duck" ("Pato Donald"), como el famoso personaje de animación creado por Walt Disney en 1934.
--- Ante el desastre de la invasión de Grecia por los ejércitos de Mussolini, el 6 de abril de 1941, Alemania invadió el país heleno desde Bulgaria, con la finalidad de dotar de más seguridad a su flanco sur, dando así comienzo a la denominada "Operación Marita". Los británicos, que en 1939 habían garantizado ayuda militar a los griegos si su integridad territorial era amenazada, tenían destacados en el país varios escuadrones de la Royal Air Force (RAF) así como un contingente de tropas denominada Fuerza W - llamada así por el general al mando, Henry Maitland Wilson -, formada por la 2ª División de Infantería Neozelandesa, la 1ª Brigada Acorazada Británica y la 6ª División de Infantería Australiana.
Una vez comenzada la invasión, y pese a la inicial resistencia tenaz de los griegos, las divisiones alemanas avanzan de manera rápida e inexorable, y los aliados se ven obligados a emprender una penosa retirada hacia el sur. Los ataques aéreos de la Luftwaffe contra las tropas de la Commonwealth que se repliegan comienzan a arreciar después de la primera semana de la invasión, cuando la aviación germana empieza a operar desde aeródromos avanzados en la zona de Salónica, que sido tomada por la 2ª División Panzer el 9 de abril. Apenas se veía en los cielos griegos ningún cazabombardero británico salir para atacar a los aviones germanos (sólo 58 de los 152 aparatos que la RAF tenía en Grecia funcionaban cuando los alemanes atacaron y muchos otros fueron destruidos en tierra), así que los soldados neozelandeses solían bromear diciendo que las siglas RAF realmente querían decir "Rare As Fairies", es decir, tan "raros (de ver) como las hadas".
Fuentes:
Debían ser lanzados desde las lanchas LCT (Landing Craft Tank) desde una distancia no superior a 2.700 metros. Una vez el DD alcanzaba la orilla, el toldo se desprendía del tanque (en la fotografía sobre estas líneas) y operaba como cualquier carro de combate prestando cobertura y apoyo de artillería a la infantería. Los soldados aliados, utilizando sus siglas DD, los llamaban jocosamente tanques "Donald Duck" ("Pato Donald"), como el famoso personaje de animación creado por Walt Disney en 1934.
--- Ante el desastre de la invasión de Grecia por los ejércitos de Mussolini, el 6 de abril de 1941, Alemania invadió el país heleno desde Bulgaria, con la finalidad de dotar de más seguridad a su flanco sur, dando así comienzo a la denominada "Operación Marita". Los británicos, que en 1939 habían garantizado ayuda militar a los griegos si su integridad territorial era amenazada, tenían destacados en el país varios escuadrones de la Royal Air Force (RAF) así como un contingente de tropas denominada Fuerza W - llamada así por el general al mando, Henry Maitland Wilson -, formada por la 2ª División de Infantería Neozelandesa, la 1ª Brigada Acorazada Británica y la 6ª División de Infantería Australiana.
Una vez comenzada la invasión, y pese a la inicial resistencia tenaz de los griegos, las divisiones alemanas avanzan de manera rápida e inexorable, y los aliados se ven obligados a emprender una penosa retirada hacia el sur. Los ataques aéreos de la Luftwaffe contra las tropas de la Commonwealth que se repliegan comienzan a arreciar después de la primera semana de la invasión, cuando la aviación germana empieza a operar desde aeródromos avanzados en la zona de Salónica, que sido tomada por la 2ª División Panzer el 9 de abril. Apenas se veía en los cielos griegos ningún cazabombardero británico salir para atacar a los aviones germanos (sólo 58 de los 152 aparatos que la RAF tenía en Grecia funcionaban cuando los alemanes atacaron y muchos otros fueron destruidos en tierra), así que los soldados neozelandeses solían bromear diciendo que las siglas RAF realmente querían decir "Rare As Fairies", es decir, tan "raros (de ver) como las hadas".
Fuentes:
"El Día D" de Stephen E. Ambrose
"La Batalla de Creta" de Antony Beevor
miércoles, 5 de junio de 2013
Base X: La Isla del Ántrax
Los Aliados no llegaron a utilizar, al menos que se sepa, armas químicas, pero - como os contaba en el anterior post - si que disponían de grandes reservas de gases asfixiantes, dispuestos para usarlos, en el supuesto de que Hitler decidiera recurrir a esa terrible arma para intentar dar un vuelco desesperado al desarrollo de la contienda. Lo que es menos conocido es que los británicos también disponían de bombas bacteriológicas, en las que habían comenzado a investigar en febrero de 1934, que se realizaron ensayos de campo y que Churchill puso bastante entusiasmo en el proyecto, llegando a plantearse utilizarlas durante la guerra.
El Departamento Biológico Porton (BDP) se estableció en octubre de 1940 en la ciudad de Porton Down con el propósito de desarrollar y ensayar armas biológicas. Con la ayuda de científicos norteamericanos y canadienses, Gran Bretaña centró sus investigaciones en microbios que atacaran al ganado y que pudieran atomizarse para ser diseminados al explotar bombas o mediante aerosoles. En el verano de 1942, el departamento ya estaba listo para llevar a cabo pruebas de campo con ántrax, a fin de comprobar la viabilidad de una bomba biológica. El ántrax, conocido también como carbunco, es una grave enfermedad contagiosa provocada por la bacteria bacillus anthracis, mortal en muchos casos, tanto para personas como para animales.
Como escenario de los primeros ensayos con ántrax se eligió Gruinard, una isla remota y pedregosa a 800 metros de la costa noroeste de Escocia. Situada cerca de un pueblo de pescadores llamado Aultbea, es un islote rocoso cubierto de brezo con 90 metros de altura, 2,4 kilómetros de largo y 1,6 de ancho. Recibió el nombre en clave de "Base X". En el primer ensayo realizado en Gruinard se empleó una bomba química modificada de 11 kilos, cargada con una "mezcla espesa y de color café", que era en realidad una masa de esporas de ántrax concentradas, que se lanzó sobre la isla por un bombardero Vickers Wellington. La prueba de campo demostró que los gérmenes podían producirse, transportarse y cargarse en bombas que se hacían explotar sobre las áreas fijadas como objetivo sin destruir los frágiles organismos vivos que propagaban la infección. Sobrevivieron las esporas y continuaron los ensayos, pero los efectos sobre el medio ambiente de la isla no se hicieron esperar.
Las olas del mar desenterraron un cadáver de una oveja contaminada con ántrax de su sepultura al pie de un acantilado y llegó flotando hasta tierra firme; allí, posiblemente fue comida por un perro, que acabaría propagando la enfermedad a otros 63 animales. A los lugares en los que morían animales rápidamente acudían un grupo de miembros del proyecto y se los llevaban con discreción y sin ofrecer ninguna explicación a los granjeros, preocupados por la epidemia que estaba diezmando sus rebaños. Unos meses más tarde, ante el riesgo de que la operación trascendiese, se decidió detener los ensayos con agentes biológicos en la isla.
Los avances en la investigación permitieron a primeros de 1944 presentar un proyecto viable al primer ministro británico. Se disponía de una bomba de 1.800 gramos rellena con esporas de ántrax, que había sido diseñada en el Reino Unido y producida en un laboratorio norteamericano. Según el informe que recibió Churchill, media docena de bombarderos Avro Lancaster podría transportar una cantidad de bombas suficiente para aniquilar lo que se hallara en un radio de 2,5 kilómetros cuadrados y convertir dicha zona en inhabitable. Churchill dio el visto bueno a la producción en grandes cantidades de esas bomba bacteriológica y el 8 de marzo de 1944 encargó la fabricación en EE.UU. de medio millón de unidades. "Háganme saber sin falta en qué momento disponemos de ellas. Tenemos que considerarlas suministro prioritario", escribió el premier británico al comité para la guerra bacteriológica.
El éxito del desembarco de Normandía y los avances posteriores por territorio francés, así como la cada vez más débil oposición alemana a las incursiones de los bombarderos aliados sobre las ciudades germanas, seguramente hizo decrecer el interés por el uso de esas armas biológicas. Sin embargo, en diciembre de 1944, Churchill todavía consideraba seriamente la posibilidad de lanzar esas bombas bacteriológicas sobre ciudades como Berlín, Hamburgo, Frankfurt o Stuttgart. El plan consistía en arrojar un millón de bombas con esporas de ántrax sobre cada una de esas ciudades. El primer ministro británico expuso su planteamiento al jefe de su departamento de guerra química, al que también le pidió que investigara los efectos de un hipotético empleo de gas mostaza contra esos grandes núcleos de población. La contestación fue que si el plan se hubiera llevado a cabo, el número de muertes no hubiera bajado de los 3 millones de personas, mayoritariamente civiles (mujeres, niños, ancianos...), y que las ciudades quedarían inhabitables durante más de 3 décadas.
Sea o no cierta esa intención de Winston Churchill de lanzar un ataque bacteriológico contra la población civil alemana, lo que es innegable es que los aliados contaban con los medios necesarios para llevarlo a cabo. El desmoronamiento de los ejércitos del Tercer Reich en el verano de 1944 hizo innecesario recurrir a esa mortífera arma, pero no debe descartarse que, si el desembarco de Normandía hubiera fracasado y la guerra, por tanto, se hubiera alargado, las cosas hubieran sido distintas. No debemos olvidar que Churchill dijo en su día al embajador de los EE.UU. en la URSS, Averell Harriman "que si fallaba la Operación Overlord, Estados Unidos habría perdido una batalla, pero para los británicos sería el fin de su capacidad militar", por lo que es posible que los británicos hubieran decidido jugar esa última y terrible baza.
En cuanto a Gruinard, señalar que el ántrax permanecería endémico en la isla durante décadas, siendo inútiles los intentos para eliminarlo por completo. No fue hasta 1986 cuando se consideró a la isla libre de la bacteria, tras limpiar a conciencia los focos de infección. Se recogieron toneladas de tierra, se llevaron en contenedores a tierra firme y se quemaron. Luego se disolvieron cerca de 300 toneladas de formaldehído en 2000 toneladas de agua de mar, con las que se empapó el suelo de la isla. El 24 de abril de 1990, el Secretario de Estado de Defensa, Michael Neubert, se desplazó a la isla para verificar la descontaminación; sobre el terreno explicó que todo estaba ya en orden, arrancó delante de las cámaras el cartel que decía "Prohibido el paso" y envió a un grupo de ovejas a pastar con el fin de demostrar que no había peligro.
Fuentes:
"100 Historias Secretas de la Segunda Guerra Mundial" de Jesús Hernández
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