El nombramiento de Sir Arthur Harris como comandante supremo de las Fuerzas Aéreas Británicas fue el factor más importante en la organización sistemática de la ofensiva bombardera aliada. Harris nunca abandonó la idea de que la destrucción progresiva de las áreas urbanas en Alemania traería por si misma, el fin de la guerra. En febrero de 1942, dijo "mucha gente dice que los bombardeos no ganarán la guerra. Mi respuesta es que nunca se ha intentado. Ya veremos..." Su intención era lanzar bombardeos cada vez más intensos concentrados en períodos de tiempo cada vez más cortos y así, abrumar a las defensas civiles de tierra alemanas.
Tras varios ataques a la fábrica Renault en Billancourt (Francia) -3/4 marzo 1942 - y a las ciudades bálticas de Lübeck - 28/29 marzo- y Rostock (abril), Harris, ansioso por conseguir un éxito, planeó la "Operación Millenium", la primera incursión aérea de 1.000 bombarderos dirigida contra la ciudad industrial de Colonia los días 30 y 31 de mayo de 1942. El jefe del Comando de Bombarderos de la RAF tenía un especial don para la publicidad, y dándose cuenta de la posible repercusión propagandística de esta incursión, en la noche del 30 de mayo de 1942, reunió una fuerza de 1.047 aviones, incluyendo a cualquier bombardero útil que hubiera en el país (de hecho, unos 367 de esos aparatos pertenecían a unidades de instrucción). La flota estaba compuesta por lo siguientes aparatos: 602 Wellingtons, 131 Halifaxes, 88 Stirlings, 79 Hampdens, 73 Lancasters, 46 Manchesters y 28 Whitleys.
Tras varios ataques a la fábrica Renault en Billancourt (Francia) -3/4 marzo 1942 - y a las ciudades bálticas de Lübeck - 28/29 marzo- y Rostock (abril), Harris, ansioso por conseguir un éxito, planeó la "Operación Millenium", la primera incursión aérea de 1.000 bombarderos dirigida contra la ciudad industrial de Colonia los días 30 y 31 de mayo de 1942. El jefe del Comando de Bombarderos de la RAF tenía un especial don para la publicidad, y dándose cuenta de la posible repercusión propagandística de esta incursión, en la noche del 30 de mayo de 1942, reunió una fuerza de 1.047 aviones, incluyendo a cualquier bombardero útil que hubiera en el país (de hecho, unos 367 de esos aparatos pertenecían a unidades de instrucción). La flota estaba compuesta por lo siguientes aparatos: 602 Wellingtons, 131 Halifaxes, 88 Stirlings, 79 Hampdens, 73 Lancasters, 46 Manchesters y 28 Whitleys.
Usando un nuevo sistema de radiofaros, los bombarderos despegaron desde 98 aérodromos diferentes de Gran Bretaña - lo que supuso una enorme empresa logística - y volaron en 3 oleadas. La primera oleada destruyó el centro de Colonia con bombas incendiarias, iniciando pavorosos incendios que podían servir como objetivo para las siguientes oleadas. La incursión duró unos 98 minutos: hubo unos 890 bombarderos que llegaron y bombardearon realmente las objetivos.
En total la RAF lanzó 1.478 toneladas de bombas sobre Colonia, arrasando la ciudad, matando a unas 500 personas, hiriendo a más de 5.000. Los incendios producidos durante los bombardeos duraron varios días y unas 50.000 personas quedaron sin hogar y unas 200.000 fueron evacuadas. El coste de la incursión para la RAF fue de 40 aviones perdidos, una cifra que representaba sólo un 3,8% del total empleado y con el resultado operativo de haber arrollado totalmente las defensas de la zona.
La incursión fue un éxito total de propaganda y llamó la atención del público británico, que estaba necesitado de buenas noticias, aunque los resultados militares fueron menos positivos de lo esperado: la producción alemana no se resintió y la moral ciudadana siguió firme. Le siguieron otras incursiones de igual magnitud sobre importantes centros industriales y de población (Essen, el 1 de junio o Bremen, el 25 de junio, entre ellas), con parecidos resultados. A muchos observadores, el bombardeo ofensivo estratégico les parecía un fracaso, a pesar de conseguir titulares en los periódicos. Sin embargo, "Bomber" Harris - también conocido como "Butcher" (carnicero) Harris - estaba seguro de que la clave de la victoria seguía siendo una mayor destrucción aérea y siguió firme en su convicción de que el bombardeo estratégico representaba el camino más rápido para ganar la guerra.
Finalmente, el Mariscal de la RAF consiguió una nueva arma que manejar para conseguir su objetivo: la potencia de la Fuerza Aérea del Ejército de los EE.UU. (USAAF), que, tras su entrada en la guerra a raíz del ataque japonés a Pearl Harbor, enviaría a Gran Bretaña su 8ª Fuerza Aérea, fundamentalmente, los bombarderos B-24 Liberator y los B-17 Flying Fortress, que potentemente armados y volando en densas formaciones, podían rechazar los cazas alemanas, permitiéndoles bombardeos diurnos. En enero de 1943, tanto Gran Bretaña como Estados Unidos acordaron una Ofensiva Combinada de Bombardeo: la RAF bombardearía las ciudades de noches y la 8ª Fuerza Aérea de la USAAF acometería de día la destrucción de los objetivos industriales.